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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 496

Si hubiera sabido que las cosas llegarían a este punto, habría preferido morir en el mar antes que ser rescatado por alguien así.

—No me importa quién encargó el "Cielo Azul" —replicó Carina con una sonrisa—. Solo sé que en dos días, en la fiesta de Eloísa, ¡lo llevaré puesto!

—¡Carina, no te pases! —exclamó Santino.

Que lo humillara a él era una cosa, pero ahora quería robarle algo a Úrsula. Eso era intolerable.

—¿Me estás amenazando? —dijo ella, entrecerrando los ojos—. Santino, no olvides que me debes la vida. Solo te pido un vestido. ¿Acaso tu salvadora no vale ni eso para ti?

Santino respiró hondo. Sus padres siempre le habían enseñado a no levantarle la mano a una mujer, pero en ese momento, sintió un impulso violento. Quería abofetearla. Pero la razón lo detuvo. Tenía que aguantar. No podía ser un malagradecido.

—Hablaré con Ami —dijo finalmente.

Carina sonrió, satisfecha. Sabía que no se atrevería a desobedecerla. Sus palabras eran ley para él. Solo tenía que esperar a que le trajera el vestido.

—Y a partir de ahora, no la llames más "Ami". Llámala por su nombre.

Ni a ella la llamaba con tanto cariño. ¿Por qué Úrsula sí?

La ira se acumulaba en los ojos de Santino. Si seguía así, no sabía si podría controlarse. Ahora entendía por qué Eloísa siempre decía que había que elegir bien a la pareja.

Al ver que no respondía, Carina insistió:

—¿Estás sordo?

—Entendido —cedió él.

—Levántate, ¿qué haces todavía en el suelo? —dijo ella, satisfecha, tomándolo de la mano—. Ya he visto que estás arrepentido.

Santino se puso de pie, con el rostro inexpresivo, ocultando sus emociones.

—Santino, sabes cuánto te quiero —dijo ella, abrazándolo—. Si me haces caso, seremos felices y te daré muchos hijos.

Aunque lo estaba chantajeando, también lo amaba.

¿Hijos? Antes, Santino podría haberlo imaginado. Pero ahora, la idea de tener hijos con Carina le provocaba escalofríos. Era una pesadilla.

—Cuídate —dijo, cambiando de tema—. La fiesta de mi abuela está cerca y tengo mucho que hacer. Mañana, cuando te den el alta, vendré a buscarte.

—De acuerdo —asintió ella.

No era tan irracional. Entendía que la fiesta de Eloísa era importante.

Le arregló la corbata.

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