—Recuerda esto: el papel, al final, no puede contener el fuego.
Dicho esto, Úrsula saludó con la mano.
—¡Tía!
Lourdes se acercó con una sonrisa y la tomó de la mano.
—Ami, ¿te hemos hecho esperar mucho?
A Lourdes le encantaba pasar tiempo con Úrsula y presumir de su sobrina.
—No, estaba con el celular. Tía, ¿vamos? Mis otras tías ya han llegado.
Úrsula había quedado con sus ocho tías para comer y cantar en un karaoke. Una reunión de chicas, sin hombres. Eloísa iba a venir, pero un imprevisto se lo había impedido.
—Vamos —asintió Lourdes, sin dirigirle ni una mirada a Carina.
Al verlas alejarse, Carina se quedó paralizada, con una expresión sombría. La frase de Úrsula resonaba en su cabeza: "El papel no puede contener el fuego".
¿Qué quería decir? ¿Acaso había descubierto algo?
No, imposible. Ella fue la primera en encontrar a Santino. Había otra persona a su lado, sí, pero también estaba inconsciente, apenas respirando. Seguramente, las olas los habían arrastrado a ambos a la orilla. Si no lo hubiera llevado al hospital, estaría muerto. Ella era su salvadora.
—Cari, ¿qué te pasa? —preguntó Gloria, sacándola de sus pensamientos.
—Nada, es que Amelia es una presumida —respondió Carina, forzando una sonrisa.
—Es la nieta de los Gómez y la única heredera de los Solano. Es normal que lo sea —comentó Gloria, mirando con envidia en la dirección por la que se había ido Úrsula.


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