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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 514

Al oír esto, los ojos de Alejandra brillaron. Se giró hacia Luna.

—Pero el corazón de mi abuela ya está completamente del lado de ella. ¿De verdad crees que me llevará a la casa de los Gómez?

—Al fin y al cabo, eres su nieta. Seguro que te llevará —dijo Luna, entrecerrando los ojos—. Por cierto, Ale, ¿no me habías dicho que Yahir Gómez, de la familia Gómez, estaba interesado en ti?

—Sí —asintió Alejandra.

Al pensar en Yahir, su corazón comenzó a latir con más fuerza.

—En ese caso, es aún más fácil —continuó Luna—. Ale, ya conoces tu situación. La familia Ayala no va a aceptar a una nuera con una discapacidad en la pierna, e Israel no es fácil de abordar. ¡Será mejor que te centres en Yahir! Es el nieto menor de la familia Gómez. Dicen que los padres siempre quieren más al hijo pequeño, y lo mismo pasa con las abuelas y sus nietos. Estoy segura de que él es el nieto favorito de Eloísa. ¡Si logras casarte con él, te convertirás en la primera dama de Río Merinda!

»¡Y entonces, hasta Úrsula tendrá que obedecerte!

Una vez que su hija se casara con Yahir, todo en la familia Gómez estaría bajo su control. ¿Y Úrsula? No sería más que un estorbo.

La idea de poder pisotear a Úrsula llenó a Alejandra de una satisfacción inmensa.

—De acuerdo, mamá. Vayamos ahora mismo a la casa de los Solano a buscar a la abuela. No puedo prometer nada más, ¡pero te aseguro que en cuanto Yahir me vea, no podrá apartar la vista de mí y querrá casarse conmigo!

Alejandra tenía una confianza ciega en su efecto sobre Yahir.

Aunque él nunca le había declarado su amor, ella podía ver en sus ojos un profundo afecto. Lo más importante era que, a pesar de haber pasado mucho tiempo a solas, él nunca se había atrevido a pedirle su número de WhatsApp.

¿Por qué?

¡Era obvio!

Yahir era demasiado tímido. Todo el mundo sabía que los hombres se cohíben delante de la chica que les gusta, que no se atreven a mirarla directamente. Alejandra lo había observado con atención: cuando estaban juntos, Yahir nunca se atrevía a mirarla a los ojos. Tampoco se atrevía a pedirle su número. Incluso cuando comían en la misma mesa, no se atrevía a sentarse demasiado cerca.

Todas estas señales indicaban que Yahir la amaba.

¡La amaba con locura!

Al escuchar a su hija, el rostro de Luna se llenó de orgullo.

¿Y qué si su hija tenía una discapacidad en la pierna? ¿Y qué si era coja?

Aun así, ¡Alejandra podía casarse con un miembro de la familia Gómez! ¡Convertirse en la matriarca de la familia!

Había muchas señoritas de buena familia, más guapas que Alejandra y sin ninguna discapacidad, que, por más que lo intentaran, jamás lograrían entrar en la familia Gómez.

Ni hablar de casarse con uno de ellos; probablemente ni siquiera conseguirían que los Gómez les dedicaran una segunda mirada.

Media hora después, Luna llevó a Alejandra a la mansión de la familia Solano.

Marcela estaba limpiándole el rostro a Álvaro Solano.

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