Bianca detestaba a las personas que eran infieles en el amor e irresponsables con sus hijos. ¡Sin importar si eran hombres o mujeres!
Esa era una de las razones por las que le gustaba Pedro. Había notado que, en sus mangas, todos los personajes que encajaban en esa descripción acababan mal.
Dicen que la escritura es un reflejo del alma. Al leer los mangas de Pedro, sintió que sus almas estaban en sintonía. Eran iguales.
Por eso, cuando Alejandra le contó que Úrsula había sido infiel e incluso había abortado más de una vez, se enfureció.
No dudó en usar a Vitalidad para humillarla.
Quería que todos vieran la verdadera cara de Úrsula.
—Señorita Solano, le aconsejo que lo piense mejor. Si su mano resulta quemada, no valdrá la pena.
Con estas palabras, Bianca puso a Úrsula entre la espada y la pared. Todos la miraban con curiosidad, esperando su reacción.
Era el momento perfecto para confirmar los rumores.
Si Úrsula se echaba para atrás, sería una clara señal de culpabilidad. Y la culpabilidad equivalía a una confesión.
Pero si decidía seguir adelante y su mano resultaba quemada, los rumores quedarían aún más confirmados. E incluso si no se quemaba pero no lograba abrir la caja, seguiría siendo criticada.
Bianca había dicho que solo una mujer pura y limpia podía abrirla. Si Úrsula no lo conseguía, significaría que no era una persona de esas características. Los chismes, sumados a su divorcio, la ahogarían en un mar de críticas.
Las luces de cristal del salón brillaban con intensidad, bañando a Úrsula en un resplandor plateado. Frente a la desafiante Bianca, su rostro no mostraba ni el más mínimo atisbo de nerviosismo.
—No necesito pensarlo —dijo con calma.
Unas pocas palabras, como un manantial que fluye en un bosque, frescas y claras.
Su respuesta cayó como una bomba en el salón.
Todos quedaron atónitos.
Ya habían presenciado el poder de Vitalidad. Esperaban que Úrsula buscara una excusa para retirarse, pero no solo se quedó, sino que aceptó el desafío de Bianca con una serenidad admirable.
—¿No está siendo demasiado confiada la señorita Solano?
—Desde luego. Hay que tener en cuenta que, en todo el País del Norte, solo la señorita Ramsey puede abrir la tapa de Vitalidad. ¿Cómo se atreve?
—¡Es una confianza ciega! Ay, yo que pensaba que la señorita Solano era inteligente. Pero parece que, por mucho que se la vista de seda, la que viene del campo, del campo se queda.
—Se acabó. La gran fiesta de la familia Gómez se va a convertir en un escándalo.
—…
Elías, que estaba a un lado, miró a Alan con preocupación.
—Alan, ¿no vas a hacer algo para que nuestra hermana baje de ahí?
—Tranquilo. Conozco a Úrsula. Jamás sería infiel ni abortaría. No es una persona irresponsable —respondió Alan. Para él, esta era la oportunidad perfecta para que Úrsula demostrara su valía. Los chismes eran venenosos y, aunque la familia Gómez era poderosa, no podían acallar todas las bocas—. Si Úrsula abre la caja, los rumores se desvanecerán por sí solos.
Elías seguía preocupado.
—Acabo de comprobarlo. Parece que en el País del Norte, de verdad, solo la señorita Ramsey puede abrirla.
—No importa —dijo Alan, con una convicción inquebrantable en la mirada—. Pronto, nuestra Úrsula será la segunda persona capaz de hacerlo.
La conexión entre hermanos era fuerte. Alan no solo confiaba en la integridad de Úrsula, sino también en su sensatez. Si se había atrevido a subir al escenario y enfrentarse a Bianca, era porque estaba segura de sí misma.
Como hermano, como familia, su deber era apoyarla incondicionalmente, estar a su lado. Si daba un paso en falso, ellos estarían allí para sostenerla.
Y no solo Alan pensaba así. Toda la familia Gómez compartía ese sentimiento.


Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Cenicienta Guerrera