Al oír las palabras de Jennifer, Bianca abrió los ojos como platos.
Jamás habría imaginado que Jennifer acertaría a la primera.
Pero para no afectar a su futura relación, Bianca lo negó:
—No, Jennifer, no malinterpretes a Úrsula. No es esa clase de persona.
—Sé que la señorita Solano es una buena persona —dijo Jennifer, respirando hondo y forzando una sonrisa—. Señorita Ramsey, no culpo a la señorita Solano, de verdad que no. Soy la persona más cercana a usted y, además, sé la contraseña de su caja fuerte. Es normal que sospeche de mí.
Jennifer mencionó a propósito que sabía la contraseña para recordarle a Bianca que, si ni siquiera ella, que no conocía la nueva contraseña, podía abrir la caja fuerte sin hacer ruido, mucho menos podría haber robado la receta.
Era evidente que había sido otra persona.
Dicho esto, Jennifer miró a Bianca.
—¿No le parece extraño algo?
—¿El qué? —preguntó Bianca.
—Si de verdad solo quisiera la receta para curar la epilepsia, bastaría con hacerle una foto. ¿Para qué robarla? Es evidente que el ladrón no pretende desarrollar una cura.
—¿Y entonces, para qué? —La atención de Bianca se desvió por completo.
Una luz brilló en los ojos de Jennifer.
—Muy sencillo. Teme que la receta caiga en manos de nosotros, la gente del País del Norte. ¡Teme que en el mundo aparezca una segunda persona capaz de curar la epilepsia!
»De esa manera, ya no sería la única.
»Como dicen en Mareterra, lo raro es valioso.
»Pero si todos los médicos pudieran curar la epilepsia, ¿cómo se destacaría ella? ¡Por eso, tenía que robar la receta!
Esa era la razón por la que Jennifer no había hecho una foto.
¡Tenía un plan mucho más grande!
Antes de irse, iba a sembrar la discordia entre Bianca y Úrsula.
¿Con qué derecho Úrsula se convertía en la mejor amiga de Bianca?
El rostro de Bianca cambió al instante.
—¿Quieres… quieres decir que ha sido Úrsula la que ha robado la receta?
Jennifer asintió.
—Señorita Ramsey, aunque no quiera admitirlo, no se puede ser tan confiada. La señorita Solano le ha salvado la vida, por lo que es normal que confíe en ella y le tenga afecto.
»Pero, aparte de ser la persona en la que más confía, también es una doctora de Mareterra. El director Smith la ha invitado varias veces a discutir sobre medicina y siempre se ha negado. ¡Eso demuestra que no quiere que nadie le robe el protagonismo!
»La señorita Solano es una buena persona, pero no es una doctora con visión de futuro.
Cualquier médico con visión de futuro habría elegido colaborar con Smith para progresar juntos, en lugar de guardarse sus conocimientos.
Las palabras de Jennifer tenían un doble sentido.



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