Luis sonrió con picardía y dijo:
—Entonces me mudo con ustedes, ¿va? Pero les aviso, no me quedaré mucho tiempo, máximo dos o tres meses. Después igual les toca buscar otro compañero para compartir el depa.
—No te preocupes, mudarnos al edificio 5 solo es temporal. Ya después mi abuelo y yo también nos mudaremos —respondió Úrsula mientras recogía unos vasos.
—¿Y a dónde se van a ir ustedes? —preguntó Luis, algo sorprendido.
—Nos mudaremos cerca de la Escuela Montecarlo, a la Villa Alba Clara —contestó Úrsula.
Villa Alba Clara.
A Luis se le abrieron los ojos, dudando un poco:
—¿No es esa una zona de puras casas grandes?
—Sí, justo —asintió Úrsula con una leve sonrisa.
Luis la miró con escepticismo.
—¿Y cuánto cuesta la renta ahí? Me late que está carísima.
¿De verdad Méndez y Úrsula podían pagar una renta así?
Úrsula se encogió de hombros.
—No vamos a rentar, le voy a comprar una casa a mi abuelo para que pase tranquilo sus años —respondió con voz tranquila.
¿Comprar?
¿Para que su abuelo viva cómodo?
Luis se quedó pasmado.
—¿A poco tienes tanto dinero, Úrsula?
—Todavía no, pero pronto lo tendré —dijo ella, segura de sí misma.
¿Todavía no? ¿Pronto?
Al escucharla, Luis se dio cuenta de que Úrsula estaba bromeando. Levantó su vaso y soltó:
—Bueno, entonces que se cumpla tu sueño y que tu abuelo viva a gusto.
Obvio, Luis no se tomó en serio que Úrsula fuera a comprarse una casa en una zona donde cada propiedad costaba millones de pesos. Para él, aquello era como soñar despierto.
Fabián tampoco se lo tomó tan a pecho. Para él, con que su nieta tuviera ese cariño era suficiente; lo demás era secundario.
Fabián miró a Luis y le preguntó:
—Aguilera, hace rato dijiste que en dos o tres meses te ibas a mudar. ¿A dónde te vas a ir?
—Me regreso al pueblo —contestó Luis mientras le daba un trago a su bebida—. Hace unos días, mi sobrino me llamó, que el pueblo creció un montón estos años, y que mi casita vieja la van a tumbar. Van a dar una lana por eso. Así que mejor me voy a disfrutar los últimos años por allá. Al final, uno siempre termina volviendo a sus raíces.
¡Increíble!
...
Mientras tanto, en el Grupo Ríos.
Santiago escuchaba el reporte del subdirector, frunciendo el ceño.
—¿Ya lo resolvieron? ¿La crisis financiera de AlphaPlay Studios se resolvió así de fácil?
—Sí —afirmó el subdirector, igual de desconcertado—. Dicen que hace una semana ya estaba todo solucionado.
Con la situación en la que estaba AlphaPlay Studios, ¿qué inversionista se habría atrevido a poner los cien millones de pesos que les hacía falta?
Santiago se frotó las sienes, con el cansancio pintado en la cara. Él había planeado sacar provecho del desastre y comprar AlphaPlay Studios a precio de ganga justo cuando estuvieran más golpeados.
Pero no.
Resulta que la tormenta se había disipado y la empresa seguía en pie.
¿Quién demonios estaba detrás de AlphaPlay Studios?
Rafael Lozano, que observaba la escena, habló con tono relajado:
—No te preocupes, Santi, AlphaPlay Studios ya está en las últimas. Aunque hayan recibido ayuda, no creo que logren salir de esta. Además, ¿no tienes a Úrsula? Ella se metió a trabajar ahí solo para quedar bien contigo. Seguro ya sabe qué está pasando. Mejor escríbele en WhatsApp y pregúntale cómo va todo en AlphaPlay Studios.

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