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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 685

—Ya sé que me vas a llamar interesada —respiró hondo Débora—, pero al final, ¿no es por dinero por lo que luchamos toda la vida? ¡Si no fuera por dinero, tu madre no habría tenido que limpiar casas ajenas! Sin dinero no se come. ¡Solo el dinero nos permite sobrevivir!

Débora era una mujer práctica. Si no fuera por la necesidad de dinero, su suegra no habría acabado así.

Mariano, con el rostro contraído por el dolor, se masajeó las sienes. La cabeza le dolía a rabiar.

En ese momento, alguien llamó a la puerta.

—¡Ya voy! —dijo Débora, dejando el plato.

Era Marcos.

—¿A quién busca? —preguntó ella, extrañada, pues no lo conocía.

—Hola, ¿usted es la señora Navarro? —dijo Marcos—. Soy Marcos, amigo de Pedro. Vengo a hablar con el señor Mariano sobre la indemnización por lo de Fernanda.

Al oír el nombre de Pedro, Mariano, que estaba sentado, se levantó de un salto y se plantó frente a Marcos, agarrándolo por el cuello de la camisa.

—¿Y Pedro? ¡Él mató a mi madre! ¿Por qué no vino él? —le gritó, con los ojos inyectados en sangre.

Quería que ese asesino se arrodillara frente al retrato de su madre y pidiera perdón.

—Señor Navarro, entiendo cómo se siente —dijo Marcos, sin oponer resistencia—, pero le pido que acepte mi más sentido pésame.

¿Pésame? Mariano soltó una risa amarga. ¡El amigo de un asesino pidiéndole que acepte su pésame! ¿Con qué derecho?

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