La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 697

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A medida que Úrsula hablaba, la expresión de Álvaro fue cambiando. Aunque llevaba poco tiempo al frente de la empresa de nuevo, en esos días de observación ya había detectado el mismo problema. Tras más de veinte años de altibajos, el Grupo Solano ya no era la empresa ágil y unida que él había fundado. La afirmación de su hija era dolorosamente cierta. El esplendor era solo una fachada; por dentro, la estructura estaba corrompida. Muchos de los viejos accionistas, amparándose en su antigüedad, habían formado clanes y redes de intereses que generaban un ambiente tóxico y estancado.

Permitir que esos elementos se fueran por su propio pie en medio de la crisis no era una derrota, sino una jugada estratégica brillante. Era una oportunidad única para purgar la empresa.

—Ami, tienes toda la razón —dijo Álvaro, con una nueva determinación en la mirada—. Haré exactamente lo que dices. Ahora mismo voy a publicar un comunicado oficial: cualquiera que desee retirar su participación puede hacerlo sin necesidad de auditorías ni aprobaciones. Solo tienen que ir a ver a mi secretaria, Olivia, para que selle los documentos de traspaso.

Úrsula asintió, satisfecha.

—Perfecto, papá. Ve y hazlo.

El comunicado de Álvaro cayó como una bomba, y la reacción fue inmediata. Tal como Úrsula había predicho, casi la mitad de los socios más antiguos, los "dinosaurios" del grupo, acudieron en masa a la oficina de Olivia para formalizar su salida.

En cuestión de minutos, la antes tranquila oficina de la secretaria se convirtió en un hervidero de gente ansiosa. Olivia, con una expresión impasible, no paraba de estampar el sello oficial sobre las actas de renuncia.

Sello tras sello, documento tras documento. De repente, vio un nombre que la hizo detenerse en seco. El sello quedó suspendido en el aire. Levantó la vista, mirando con incredulidad a la persona que tenía delante.

—Director Plaza, ¿usted... usted también quiere retirar su participación?

El director Plaza era Carmelo Duarte. Carmelo había sido uno de los primeros en unirse a Álvaro cuando fundó el Grupo Solano. Era uno de los pilares, un hombre que siempre se había mostrado incondicionalmente leal. Que otros se fueran, Olivia podía entenderlo. Pero que Carmelo quisiera abandonar el barco la dejó completamente atónita.

—Con la que está cayendo, el Grupo Solano no durará ni unos días más —respondió Carmelo, entrecerrando los ojos con astucia—. Si no retiro mi inversión ahora, me arriesgo a perderlo todo, ¡hasta la camisa!

Retirándose en este momento, al menos salvaría una suma considerable de dinero. Si esperaba a que el Grupo Solano declarara la quiebra, no vería ni un solo centavo. Úrsula les había dado un plazo de cinco días. Para él, esa era la cuenta atrás para el colapso.