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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 74

—Entonces yo quiero lo mismo que tú —dijo Úrsula de inmediato—, pero yo sí le quiero poner más cilantro.

Dominika, al escucharla, pareció encontrar a su alma gemela y exclamó emocionada:

—¡Úrsula, a mí también me encanta el cilantro! Pero mis amigos no soportan ni el olor. ¡Jamás imaginé que tú también fueras del club del cilantro!

...

Grupo Ríos.

Santiago estaba sentado frente a su escritorio, miró a Rafael y preguntó:

—¿Úrsula te ha informado algo nuevo de AlphaPlay Studios estos días?

Santiago ya no podía esperar más para comprar AlphaPlay Studios. Desde que Úrsula entró ahí por él, tenía que mantenerlo todo bajo control y reportar cualquier novedad a Rafael.

Rafael negó con la cabeza.

—Todavía nada.

A él también le parecía extraño. A esas alturas, Úrsula debió haberlo buscado ya, incluso con desesperación. Pero hasta ahora, ni sus luces.

Eso no cuadraba con la personalidad de Úrsula.

Pensando en eso, Rafael miró a Santiago y soltó:

—Santi, ¿y si estamos equivocados sobre Úrsula? ¿Y si solo entró a AlphaPlay Studios por coincidencia? O sea, tal vez... tal vez...

¿Tal vez no era por Santiago? ¿Ni siquiera era para espiar?

Solo cuando uno de verdad deja ir todo, puede ver las cosas con claridad.

—¡Imposible! —le cortó Santiago de inmediato—. Yo soy el amor de su vida.

Úrsula lo quería tanto que hasta fue capaz de meterse a AlphaPlay Studios para él, sin importar nada. Lo suyo era tan intenso, tan humillante, que no podía ser que de repente lo soltara así de fácil.

Santiago entrecerró los ojos, su mirada se volvió filosa.

—Llama desde otro número y dile que quiero hablar con ella.

¿Colgó?

Santiago entrecerró los ojos, la burla se le notaba en la cara. Qué asco le daba Úrsula; solo porque tenía información sobre AlphaPlay Studios, ¿ahora creía que él tenía que buscarla?

¿De dónde sacaba esa cara dura?

—Vuelve a marcar desde otro teléfono.

Rafael asintió y, sin decir palabra, cambió de celular y volvió a llamar.

Esta vez, la voz de Úrsula llegó con un tono molesto, apenas pudo ocultar su cansancio.

—Rafael, si estás enfermo, ve al hospital, ¿sí? Entre Santiago y yo ya no hay nada. Por favor, ¡dejen de molestarme...!

Santiago le arrebató el celular a Rafael de un jalón y, con un tono helado, interrumpió a Úrsula.

—¡Ya basta, Úrsula! ¿No te has cansado de hacer el ridículo solo para que yo te tenga lástima? No exageres. Mira, te voy a dar una oportunidad para que te redimas. Si te portas bien, puede que hasta me plantee regresar contigo. Mañana a las tres de la tarde, te espero en Café Esmeralda.

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