La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 817

Al oír a Tina, Liana bajó la guardia. Además, su novio estaba en el extranjero y la diferencia horaria con el País del Norte era considerable. Para cuando ella terminara de trabajar, allí ya serían más de las tres de la madrugada.

Así que solo podía aprovechar ese momento para hablar con él.

Por otra parte, Tina era su compañera de estudios.

Y conocía su carácter.

Tina era una buena chica.

De lo contrario, Liana no la habría ayudado.

Pensando en esto, Liana tomó la medicación de Valentina y se la entregó a Tina.

—Tina, entonces te lo encargo.

—Liana, no tienes que ser tan formal conmigo. —Tina tomó la medicación.

—Recuerda, tienes que ver con tus propios ojos cómo se la toma —insistió Liana.

—Lo sé. —Tina asintió—. Liana, entonces voy a llevarle la medicación a la señora.

Liana miró la hora. Ya era casi el momento.

—Ve entonces. Actúa según la situación. Si la señora y la señorita siguen ocupadas, llévasela más tarde.

—De acuerdo. —Tina volvió a asentir.

Después de que Tina se fuera, Liana sacó su celular y reanudó la videollamada con su novio.

Tina no fue directamente a darle la medicación a Valentina, sino que volvió a su oficina.

Cambió todos los medicamentos que Liana le había dado a Valentina.

Los sustituyó por vitaminas para la mente y el cerebro.

Una vez hecho esto con discreción, llevó la medicación a la habitación de Valentina.

Pero Valentina no estaba allí.

Tina frunció el ceño y le preguntó a una sirvienta:

—¿Y la señora?

La expresión de la sirvienta cambió.

—Fue a la capilla.

La capilla de la familia Barragán era el lugar de oración de la abuela Barragán.

Y el lugar de tortura de Valentina.

Dicho esto, la sirvienta bajó la voz.

—Doctora Marín, si le trae la medicación a la señora, mejor vuelva más tarde. Me temo que hoy la señora va a pasar un mal rato.

La sirvienta ya estaba acostumbrada a estas cosas.

Valentina era, en teoría, la señora del castillo de los Barragán.

En realidad, vivía peor que una sirvienta.

Tina respiró hondo, esforzándose por mantener la calma.

—De acuerdo, entiendo.

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