Entrar Via

La Danza del Despertar romance Capítulo 111

—¡Puerto San Sebastián! Justo estos días vine por trabajo a Puerto San Sebastián y acabo de toparme con ella en un restaurante de tamales. Estaba acompañada de una mujer bastante guapa.

¿Una mujer?

A Raimundo se le dibujó una sonrisa en la comisura de los labios y, de pronto, el mal humor se le disipó un poco.

—Rai, hace poco escuché por ahí que tú y ella terminaron. ¿Es cierto? Porque me acaba de decir que me confundí de persona.

—No hemos terminado, deja que hablen lo que quieran —respondió Raimundo con un tono cortante.

Al terminar, Raimundo tiró la cáscara de naranja al cesto de basura y colgó la llamada sin pensarlo dos veces.

Después, le acercó la naranja ya pelada a Rosa.

Pero Rosa no la aceptó, simplemente lo miró con una mezcla de ironía y fastidio.

—Así que la señorita Galindo se fue a Puerto San Sebastián, ¿eh? Pues mira qué coincidencia, en unos días que tú vayas a Puerto San Sebastián, hasta puedes encontrarte con ella —soltó con sarcasmo.

Luego, con una expresión como si acabara de descubrir la verdad, añadió:

—Te lo dije, ¿no? Que lo más seguro era que ella iba a Puerto San Sebastián a buscar a ese famoso pintor del que todos hablan. Pero claro, tú nunca me creíste.

La mano de Raimundo, aún sujetando la naranja, mostró las venas marcadas, como si la tensión le explotara por dentro. El aroma cítrico invadió la habitación, pero él terminó lanzando también esa naranja al basurero. Tomó una toallita húmeda y empezó a limpiarse las manos con una calma forzada.

—Vane está ahora con una mujer —dijo, como para convencerse a sí mismo—. No puede tener nada con otro hombre, en su corazón solo existo yo.

—Ajá, sí, claro —replicó Rosa, aguantándose la risa—. En su corazón solo existes tú, y en el tuyo solo existe ella. ¿Y yo qué? ¿Y nuestro hijo, qué somos para ti?

—No los pienso dejar de lado ni a ti ni al niño —le aseguró Raimundo, mirándola con una dulzura que habría engañado a cualquiera. Cualquiera pensaría que estaba haciendo una promesa sincera a la mujer que amaba.

Pero Rosa conocía demasiado bien a Raimundo. Mirándolo actuar, solo sintió ganas de reírse de su hipocresía.

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Danza del Despertar