La Danza del Despertar romance Capítulo 69

Jaime bajó del carro y el chofer, apurado, se bajó tras él.

—Presidente Morán, ¿va a comprar algo? Déjeme hacerlo a mí.

—No hace falta.

Jaime soltó esas palabras y se dirigió directamente a la farmacia.

Al poco rato, regresó con un tubo de pomada en la mano.

Vanesa, al ver la pomada, de inmediato entendió de qué se trataba. Bajó la mirada hacia su muñeca, donde las marcas rojas seguían visibles, aunque ya no dolían tanto.

Al subir al carro, Jaime le entregó la pomada.

—Gracias —Vanesa la tomó, un poco sorprendida.

En el fondo, no era para tanto, pero era un gesto amable de Jaime.

Él no dijo nada más y el chofer volvió a su asiento, reanudando la marcha.

El carro se detuvo frente a la casa donde Vanesa vivía ahora.

Tal vez por todo lo que había pasado esa noche con Raimundo, o solo por el cansancio, Vanesa sintió un leve mareo al bajar.

Jaime salió primero, rodeando el carro para abrirle la puerta del otro lado.

Una ráfaga de viento nocturno, cargada con el aroma suave de las flores, inundó el ambiente. Al bajar, Vanesa tropezó y casi perdió el equilibrio, pero Jaime alcanzó a sujetarla por la cintura.

—Cuidado —le dijo, su mano cálida atravesando la tela ligera de la camisa de Vanesa.

Ella, como si el contacto la hubiera quemado, se apartó enseguida, agradeciéndole en voz baja.

La mano de Jaime quedó suspendida en el aire por un instante, y después, como si nada, la retiró, aunque sus dedos aún recordaban la suavidad de la cintura de Vanesa.

—No olvides ponerte la pomada —le advirtió, mirando de reojo las marcas en su muñeca, con un tono tan firme que no admitía discusión.

—Sí, lo haré —respondió Vanesa, bajando la mirada a la pomada y luego levantando los ojos hacia él—. Presidente Morán, esta noche... de verdad, gracias.

—No hay de qué.

Jaime pareció querer levantar la mano de nuevo, pero la bajó sin que se notara.

—Entra primero. No me iré hasta que estés adentro.