La Doctora Maravilla romance Capítulo 113

Emma se apresuró a echarle una sábana encima. Pensó que estaba despierto. Sería muy embarazoso que Abel descubriera que Emma admiraba su cuerpo desnudo.

—Emma —volvió a pronunciar Abel en voz baja y dejó de moverse.

«¡Uf! ¡No se ha despertado!».

—Estuvo cerca —dijo Emma mientras se tocaba el pecho.

Tenía el rostro rojo como un tomate. Llenó la bañera de agua caliente y le ayudó a Abel a sentarse adentro. El agua disiparía el alcohol de su cuerpo. Algún tiempo después, la tez de Abel mejoró y su respiración se regularizó.

Emma le dio un poco de té caliente. Media hora después, Abel parecía haber vuelto a la normalidad, aunque seguía inconsciente. Emma le ayudó a ponerse la ropa de dormir y lo metió en la cama.

Abel durmió tranquilo el resto de la noche. Después de todo, no había dormido bien en el hospital en los últimos días. Por la mañana, lo despertó el móvil. Sintió que le daba dolor de cabeza en cuanto vio el nombre en la pantalla.

«Alana Lara».

Tiró el móvil a un lado y se cubrió la cabeza con la sábana. Las llamadas no cesaban. Abel suspiró, se dio la vuelta y respondió la llamada. Se escuchaba la débil voz de Alana.

—Abel, ¿dónde estás? Estaba muy asustada porque no te vi anoche. Me duelen las heridas. ¿No vendrás a acompañarme…

Abel no dijo nada y se quedó con la mirada perdida en el techo. ¿Qué debía decir o hacer? Emma abrió la puerta.

—Veo que ya estás despierto. Desayuna y vuelve al hospital. Te necesita.

Abel se quedó muy sorprendido. Fue entonces cuando se dio cuenta de dónde estaba.

—¡Abel! —gritó Alana—. ¿Dónde estás? ¿Por qué escucho la voz de Emma?

Abel no dijo nada y terminó la llamada de modo repentino.

Alana, postrada en la cama del hospital, estaba destrozada.

«Yo hice tanto por él, ¿y aun así sigue con Emma?».

Se quedó pensativa un rato y llamó a Adán.

—Adán, necesito que el abuelo venga un momento.

—¿Qué pasó?

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