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La Doctora Maravilla romance Capítulo 115

—Yo… no puedo respirar y mi corazón late muy rápido. Abel… rápido, ayúdame a llamar al médico.

Abel se sorprendió al escucharla decir eso. Alana resultó herida y perdió a su bebé por su culpa. No quería verla sufrir.

—Aguanta. Iré a buscar al médico.

Abel salió por la puerta y le pidió a Lucas que le trajera al médico. Al poco rato, Quentin y dos enfermeras entraron en la habitación.

—¿Qué le pasó a la Señorita Lara? —Quentin fingió estar nervioso—. Todavía está muy débil. Su estado podría empeorar en cualquier momento.

—¡Rápido, sálvenla entonces! —dijo Óscar—. Alana me salvó. ¡Si ella muere, tú no vas a vivir mucho tiempo!

—¡Sí, Señor Rivera!

Quentin se puso el estetoscopio y fingió examinar a Alana. Como el doctor fruncía el ceño cada vez más, Abel se ponía cada vez más ansioso. Óscar se paseaba por la habitación con la ayuda de su bastón. Unos minutos después, Quentin guardó el estetoscopio. Tenía una expresión sombría en el rostro.

—¿Cómo está? —preguntó Abel.

Óscar también se dio la vuelta.

Quentin dijo:

—Sus heridas son muy graves, en especial cuando una de las balas le perforó el pulmón, lo que causará efectos duraderos en su salud. Si se agita emocionalmente, su pulmón podría colapsarse y con facilidad se asfixiará y morirá.

—¿Qué hacemos entonces? —dijo Óscar enfadado—. ¡Dale el tratamiento con la mejor medicina disponible!

—No se preocupe, Señor Rivera. Estamos haciendo todo lo posible para que se recupere. Es solo que…

—¿Qué pasa?

—Es solo que la Señorita Lara no puede permitirse estar agitada en lo emocional por ahora. Necesita mantener un estado de ánimo relajado en todo momento. De esa manera, las complicaciones no se desencadenarán y el riesgo para su salud será menor.

Óscar se sentó en el sofá y frunció el ceño. Estaba muy pensativo.

Quentin le indicó a la enfermera que inyectara a Alana algún medicamento. Mientras la enfermera le tapaba el rostro a Alana, esta hacía pucheros y le mandaba un beso volador a Quentin. Quentin le guiñó un ojo y le devolvió el beso volador.

—Abel, al salvarte a ti, Alana también salvó al Grupo Rivera —dijo Óscar—. Mira lo que le pasó por tal motivo. ¡Yo diría que la Familia Rivera le debe demasiado!

—Bueno. —Abel inhaló a profundidad—. ¿Qué quieres que haga? No tienes que andarte con rodeos.

Capítulo 115 Vuelvo a ganar, Abel 1

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