La Doctora Maravilla romance Capítulo 81

—No te preocupes, mamá —dijo Evaristo—. La enfermera me cuidará bien. Me pondré bien.

—Mmm. Deberías descansar pronto, así tu cuerpo se recuperará rápido.

—Mmm. —Evaristo asintió—. Tú también deberías descansar, así tendrás energía para cuidarnos.

—Me iré a casa entonces. Adiós y buenas noches, cariño.

—Adiós, mami. Buenas noches, mami.

Evaristo se despidió de Emma y le envío un beso volador. Ella no quería dejar a su hijo solo en el hospital, pero si no se iba, empezarían a caer sus lágrimas. Emma moqueó y salió de la habitación. En la mañana, Emma llego en su bicicleta eléctrica al hospital. Así que fue a buscarla al estacionamiento de bicicletas.

Ya era muy tarde y el viento de la noche refrescaba. Empezaron a caer sus lágrimas cuando se puso el casco. Se preguntó si sería por el viento o porque extrañaba a su querido Astro. La bicicleta eléctrica salió del hospital y recorrió la carretera. Sería un viaje de media hora de regreso al café.

En la mañana, la bicicleta eléctrica sorteó la hora más difícil de tráfico. Sin embargo, por la noche estaba mucho más solo, sobre todo a lo largo de esta zona desierta. Delante de ella había un cruce. Estaba a punto de girar cuando una minivan se metió en el carril de las bicis y le cerró el paso.

Emma estaba a punto de girar la bicicleta cuando se abrió la puerta y salieron siete personas. Comprendió que estaban a punto de asaltarla. Se levantó la visera de plástico del casco y dijo con frialdad:

—Hoy no traigo dinero en efectivo, y será fácil localizarlos si les envío dinero. Solo llevo un móvil. ¡Quédenselo y déjenme en paz!

El jefe de los matones dijo:

—No nos interesa tu dinero, ¡pero queremos tu cuerpo! ¡Ven con nosotros y entretennos un poco!

—Eso es pedir demasiado.

Emma se quitó el casco y lo apoyó en la bicicleta. Dio un paso a un lado y estiró las muñecas.

—¿Así que no quieres?

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