—No es nada —Mercedez Lobos sonrió con naturalidad, luego echó un vistazo a su reloj y dijo—: Ya casi es hora, vámonos.
—De acuerdo —respondió Armando Frías.
Después de despedirse de todos en la sala de juntas, Armando salió junto a Mercedez.
Mientras tanto, Paulina Romo se quedó trabajando con el resto del equipo técnico del Grupo Frías.
Desde que Yolanda Romo tuvo problemas de salud, Paulina prácticamente se había mudado a la casa de la familia Romo, preocupada por el estado de su abuelita.
Esa misma noche, tras terminar su jornada en el Grupo Frías, Paulina regresó a casa de los Romo para cenar con su familia.
Apenas terminó de cenar, notó una nueva notificación en su celular.
Era un mensaje de Tito Jacobo.
[Regreso a la base mañana.]
Paulina leyó el mensaje, pero no contestó.
Quizá él ya intuía que no le respondería, porque al poco rato, Tito volvió a escribirle.
[Nos vemos en un mes.]
Con eso, Tito le estaba diciendo claramente que, cuando ella se divorciara, empezaría a buscarla en serio.
Paulina entendió perfectamente lo que quería decirle, pero igual no le respondió.
Dejó el celular a un lado y, justo cuando iba a abrir el libro que tenía sobre la mesa, el teléfono volvió a sonar.
Esta vez, era la abuelita Frías quien la llamaba.
Apenas contestó, la voz de la abuelita Frías cruzó el auricular, preocupada:
—Pauli, ya me enteré de lo de Yolanda. Pasó algo tan grave y ni tú ni tu abuelita me avisaron, ¿por qué no me dijeron nada?
Paulina se quedó callada un momento, sin saber cómo explicarse.
La abuelita Frías insistió, impaciente:
—Hablé con Darío, el doctor principal del asilo de Yolanda, y me contó que desde que tu abuelita supo que Yolanda estaba enferma, su salud se vino abajo de golpe. ¿Cómo sigue ahora?
—Mi abuelita ya está un poco mejor estos días, el ánimo se le subió un poco comparado con antes.
La abuelita Frías suspiró aliviada:
—Qué bueno, me tranquiliza escuchar eso.
Luego, apresurada, le dijo a Paulina:
—Pauli, no te preocupes, yo me voy a encargar de buscarle a Yolanda los mejores médicos.
—Gracias, abuelita —respondió Paulina—. La verdad, yo también ya contacté a unos especialistas reconocidos en esta área. Mañana vienen personalmente a revisar a mi mamá.
—¿Ah, sí? Pues está bien, primero que la revisen.
—Sí.
Tras eso, la abuelita Frías se quedó en silencio, claramente dolida:
—Tu mamá... de verdad...



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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Espectacular Transformación de la Reina AI
Muy buena novela...
Muy emocionante, aunque Armando no se a que juega otra vez con Mercedes...