Por otro lado...
—Mamá, aquí tienes la invitación que pediste —dijo Mercedez, entregando el sobre.
—Gracias, dile a Armando que le agradezco mucho —respondió Beatriz, guardando la invitación en su bolso. Luego, preguntó—: Mañana, ¿vas a ir con nosotros a la subasta o Armando va a pasar por ti?
—Mañana ni Armando ni yo vamos a ir —contestó Mercedez, sin darle muchas vueltas.
Al escucharla, Beatriz detuvo el cierre de su bolso por un instante, pero solo asintió.
—Está bien.
...
La noche de la subasta, Paulina llegó al recinto acompañada de su tía Fernanda. El ambiente estaba cargado de lujo: trajes impecables, vestidos de gala y un aire de expectación que se podía palpar.
Al llegar a la zona de registro, Paulina reconoció a Beatriz y Consuelo, quienes iban justo delante de ellas.
Beatriz y Consuelo también notaron su presencia. Al verlas, Beatriz frunció levemente el ceño, apenas perceptible.
La razón era sencilla: esta subasta tenía precios de salida astronómicos, así que solo los más ricos y famosos del mundo entero podían estar ahí. Para la mayoría de las familias adineradas, conseguir una invitación era imposible. De no ser por Armando, ni siquiera Beatriz habría logrado entrar.
¿Y Paulina? Bueno, considerando el momento que vivía Jaime y la relación entre él y Paulina, no sería raro que Jaime le hubiera conseguido una invitación. Al pensarlo, Beatriz y Consuelo apartaron la mirada y siguieron con lo suyo.
Gracias a Armando, los asientos de Beatriz y Consuelo estaban bastante cerca del escenario. Para sorpresa de ambas, los lugares de Paulina y Fernanda estaban justo al lado.
Apenas se sentaron, Alfredo hizo su entrada. Al ver a Paulina, no pudo evitar la sorpresa, y luego, al notar a Beatriz sentada a su lado, casi se atragantó.
—Híjole, ¿esto es una zona de guerra o qué? —pensó, antes de sentarse junto a su acompañante.
De inmediato, sacó su celular y le mandó un mensaje a Armando:
[Paulina también vino a la subasta de diamantes, ¡y está sentada justo al lado de tu futura suegra!]
La respuesta de Armando no tardó:
[Ok.]
Y nada más. Ni una palabra extra, ni una pregunta. Como si no le interesara en lo absoluto.
Alfredo se quedó viendo la pantalla un momento, sin saber si reír o llorar.
Volteó de nuevo hacia Paulina y Beatriz. En ese instante, Paulina también lo vio, pero le apartó la mirada sin expresión alguna, como si no lo hubiera notado.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Espectacular Transformación de la Reina AI