No podía creerlo. Esa enorme joya, ese diamante tan codiciado, en verdad había terminado en manos de Paulina Romo.
Aunque Alfredo Chavez ya se lo esperaba un poco, escuchar de viva voz el resultado lo dejó aturdido.
No volvió en sí hasta que terminó oficialmente la subasta y vio a Paulina y Fernanda marcharse para hacer los trámites. Fue entonces cuando tomó su celular y le mandó un mensaje a Armando Frias:
[Paulina gastó mil ochocientos millones de pesos y se quedó con el diamante...]
Armando: [Ajá.]
Alfredo se quedó mirando la pantalla, sin poder creerlo.
¿De verdad? ¿Algo tan fuera de lo común y él solo respondía con un simple “ajá”?
Y todavía...
[¿Qué quiso decirme con ese punto que me mandó hace rato?]
Armando tardó en contestar, probablemente andaba ocupado. Al cabo de un rato, respondió:
[Que dejes de andar de chismoso.]
Alfredo se llevó una mano a la cabeza. ¿Tan obvio era que se moría de curiosidad?
La verdad, Paulina siempre se había mostrado sencilla, como si quisiera dejar claro que cuando se casó con Armando no fue por dinero. Durante todos esos años, su forma de vestir y actuar era discreta.
Por eso, tanto Beatriz Saavedra como Consuelo Lobos también estaban impactadas por el movimiento de Paulina. Les tomó un buen rato reaccionar.
Fue hasta que Orlando Rocha se preparó para irse y se despidió de ellas, que Beatriz por fin salió de su asombro.
En ese momento, a Consuelo pareció ocurrírsele algo y soltó:
—Esta piedra, ¿no será que Paulina la compró para regalársela a ella?
No dijo el nombre, pero Beatriz supo de inmediato que se refería a Yolanda Romo.
Porque todos sabían que Yolanda era fanática de los diamantes, y en su momento había tenido uno de mucho valor.
Sin embargo, ese diamante...
Al recordar el pasado, Beatriz bajó la mirada, dejando que la melancolía la envolviera un momento.
...
Después de terminar los trámites, Paulina y Fernanda se dispusieron a marcharse.

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