Al entrar al elevador, al ver que Reinaldo solo había presionado el botón de su propio piso, Armando rompió el silencio:
—No tienes que seguirme.
Reinaldo se quedó un segundo pasmado, pero en cuanto lo asimiló, asintió y contestó:
—Está bien.
Solo entonces presionó el botón del piso donde estaba su habitación.
...
Al día siguiente, por la mañana.
Armando salió de su cuarto luciendo una bata, con la ropa de la noche anterior colgada en el antebrazo. Cerró la puerta y se encaminó hacia el otro extremo del pasillo.
Justo en ese momento, Mercedez salía del elevador. Su rostro se iluminó con una sonrisa apenas lo vio, pero al echarle un vistazo más detallado —notando los labios marcados con labial rojo tanto en el cuello de la camisa como en el hombro—, esa sonrisa se desvaneció en un parpadeo.
Las palabras que tenía listas para decirle se le atoraron y ya no salieron.
Se quedó parada ahí, sin reaccionar todavía, mientras Armando doblaba la esquina y desaparecía de su vista. Un instante después, se escuchó el sonido de una puerta abriéndose y cerrándose no muy lejos.
Antes de que Mercedez pudiera procesarlo todo, su mirada se topó, de pura casualidad, con el número de la puerta frente a ella.
2508.
Pero estaba segura de lo que Reinaldo le había dicho: la habitación de Armando era la 2503.
Sacó la tarjeta de acceso que Reinaldo le había dado hacía poco, la secundaria de la habitación de Armando. Sí, la tarjeta decía 2503. No se había confundido.
Entonces, ¿por qué Armando había salido del cuarto 2508?
Mercedez apretó los labios, tomó su celular y marcó el número de Reinaldo:
—¿Quién se está quedando en la 2508?
Reinaldo titubeó, sorprendido de que ella supiera eso, pero terminó respondiendo tal cual:
—Paulina.
Tal como lo sospechaba.
Mercedez apretó el teléfono con fuerza, los nudillos se le pusieron blancos.
Inspiró profundo antes de soltar la siguiente pregunta:
—¿Qué pasó estos días? Porque si no hubiera pasado nada, ¿por qué Armando iba a salir de la habitación de Paulina, y encima en bata, a esta hora?
Y ni hablar de que llevaba la ropa de ayer en la mano.
Solo después de convencerse de que sí estaba en su propio cuarto y de no sentir nada extraño en el cuerpo, logró calmarse un poco.
Agarró el celular, lista para marcarle a Jaime, pero antes de que ella pudiera hacerlo, él la llamó primero:
—¿Ya despertaste?
—Ajá...
Paulina seguía sintiéndose mareada, con el cuerpo sin fuerzas:
—Anoche fui al baño, alguien me tapó la boca y la nariz... después no recuerdo nada, solo sé que desperté en mi habitación. ¿Qué pasó? ¿Me puedes explicar?
Jaime, aunque no quería entrar en detalles, terminó soltando la verdad después de chasquear los labios:
—Fue Armando quien te rescató.
Le contó de forma general lo que había sucedido la noche anterior.
Al escuchar eso, la mano con la que Paulina se sobaba las sienes se quedó quieta.
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Queridos lectores, agradecemos su entusiasmo y apoyo hacia esta novela. Nos comprometemos a continuar con una actualización de capítulos el próximo viernes, 5 de septiembre. ¡Gracias por su paciencia y respaldo!

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Espectacular Transformación de la Reina AI
Muy buena novela...
Muy emocionante, aunque Armando no se a que juega otra vez con Mercedes...