La Esposa de Lobo romance Capítulo 362

No es de extrañar que los guardias de seguridad no pudieran obtener la información de Andrius.

No es de extrañar que Andrius pudiera estar tan calmado como una persona normal con tantas balas en su cuerpo.

¿Qué otra persona además del Rey Lobo poseería tal fuerza de voluntad y resistencia?

Todos los guardias, que ya respetaban al Rey Lobo, adoraban a Andrius como si fuera un dios, excepto George.

¡Pum!

George se arrodilló ante Andrius inmediatamente. ¡Había intentado extorsionar al Rey Lobo y se había enfadado porque éste se había negado a darle dinero! ¡Incluso había intentado golpear al Rey Lobo!

¡Había cometido un gran error!

“R-rey Lobo…”.

La frente de George estaba cubierta de sudor y sus labios estaban temblando mientras tartamudeaba: “¡M-me equivoqué! ¡No debí actuar con tanta imprudencia! ¡Me dejé llevar por mis deseos! ¡Por favor, Rey Lobo, perdóneme esta vez! ¡Prometo hacerle borrón y cuenta nueva a mi vida!”.

George golpeó el suelo con su cabeza varias veces, produciendo un fuerte ruido sordo cada vez. Su frente se hinchó al cabo de un rato, dándole un aspecto desdichado. No era el mismo hombre arrogante y malvado de antes.

Por desgracia, por mucho que se golpeara la cabeza contra el suelo o por mucho que suplicara, Andrius se mantuvo en silencio.

George había hecho esto muchas veces y había tenido la mala suerte de ser atrapado por el Rey Lobo esta vez.

Había extorsionado y chantajeado a los viajeros desafortunados innumerables veces antes de que finalmente lo atraparan, de ahí su confianza en afirmar que era el hombre más poderoso de la Oficina Ferroviaria y que él ponía las reglas en ese lugar.

Andrius no perdonaría a alguien como él fácilmente.

“R-Rey Lobo…”.

George sabía que el Rey Lobo no lo perdonaría fácilmente, así que apretó los dientes y dijo: “Mi esposa y la esposa del almirante Amadeus Soran son hermanas. ¡Soy familiar del almirante Soran! ¡Por favor, porsu bien, perdóneme por favor! ¡Le prometo que cambiaré para mejor!”.

El hombre soltó con quién estaba emparentado antes de seguir golpeándose la cabeza contra el suelo.

Sin saberlo, su supuesto pariente no era más que un tipo cualquiera para Andrius y Severus.

¿Acaso un simple almirante de una zona de guerra era digno del respeto del Rey Lobo?

Mucho tiempo atrás, en Kiyoto, el capitán de la guardia privada del Emperador había sacado de quicio al Rey Lobo con su terrible actitud.

El Rey Lobo lo había castigado al instante. Como castigo, el capitán había tenido que escribir una carta de arrepentimiento con más de diez mil palabras y fue obligado a pasar por tres años de castigos corporales para evitar la sentencia de muerte.

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