Nerea retiró de golpe su pie y lo metió de nuevo en los tacones.
La mano de Tobías quedó suspendida en el aire.
—¿No que te dolía el pie?
—Ustedes sigan tomando, yo voy al baño —aventó Nerea, ya de pie.
Apenas ella se levantó, Tobías reaccionó de inmediato y también se puso de pie.
—Voy contigo, regreso en un rato.
Roberto lo detuvo de un jalón.
—Oye, ¿no que eres el director de la empresa? ¿Por qué te pegas más que un chicle? Me sacaste de mi noche tranquila y ahora me vas a dejar solo aquí, ¿crees que está bien eso?
En el rostro de Tobías se asomó la duda.
—No entiendes, últimamente quiere divorciarse de mí. Además, esa mentirosa es astuta, hoy por poco se me escapa en mis narices.
Roberto no contestó, solo se rio mientras seguía tomando.
¿Quién no lo sabía?
No solo lo sabía, hasta lo tenía más claro que él.
—Tranquilo, tienes a Isidora de tu lado, ni que pudiera huir de verdad —alcanzó a decir Nerea, con una mueca.
Con paso firme y dolorido, fue hacia el mesero y preguntó por el baño antes de alejarse.
Tobías la miró marcharse y apretó los dientes con rabia. Se sirvió media botella de cerveza y se la tomó de un solo trago.
En ese momento, su celular empezó a sonar otra vez, insistente.
Tobías, fastidiado, colgó sin mirar.
Roberto lo miró de reojo.
—¿Ni a tu mamá le contestas?
—Me trae mal —gruñó Tobías.
—Tú fuiste el que embarazó a la muchacha, ¿y todavía te pones de malas?
Roberto soltó ese comentario entre burlón y sarcástico, pero Tobías estaba tan metido en sus problemas que ni lo notó.
—No lo entiendo… ¡Ni siquiera pasó nada! ¿Cómo pudo quedar embarazada?
—Mira, yo escuché que una vez una muchacha quedó embarazada solo por meterse a nadar con varios tipos. Es raro, pero puede pasar —contestó Roberto, encogiéndose de hombros.
—¿Y por qué esa mala suerte me tocó justo a mí? ¡Maldita sea!
Tobías se estaba poniendo cada vez más nervioso, así que terminó la botella de un solo trago.
Roberto soltó una carcajada.
—¿Y a quién le puedes echar la culpa? Eso sí, tu material debe ser de primera, porque vaya potencia la tuya.
Tobías lo fulminó con la mirada.
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