April nunca había necesitado tanto el dinero como ahora.
Había creído que al dejar Empresas Montgomery, cerraría para siempre ese capítulo de su vida, pero ahora todo había cambiado.
Esperaba trillizos.
El simple pensamiento la aterraba. No solo debía empezar de cero, sino que ahora tenía tres vidas por las que luchar.
Y no tenía nada.
Por eso, después de cumplir con el reposo recomendado por los médicos, se armó de valor y regresó a la empresa. Solo quería recibir su liquidación y desaparecer.
Ya no era la esposa secreta del futuro CEO.
Ahora solo era la mujer que había sido desechada.
Se dirigió directamente al departamento de Recursos Humanos, pero el encargado la miró con incomodidad.
—Señorita Collins… la señora Montgomery quiere hablar con usted antes de que reciba su liquidación.
April parpadeó sorprendida.
Nunca se había reunido con esa supuesta suegra, incluso sus llamadas telefónicas eran escasas y, para su sorpresa, el primer encuentro fue también el último.
Así que, con el corazón latiendo fuerte en su pecho, se encaminó hacia la oficina de la mujer.
Cuando entró, la presencia de Margaret Montgomery la envolvió como una sombra fría.
La mujer estaba sentada en un enorme escritorio de madera oscura, perfectamente arreglada con un elegante traje color marfil. Su cabello rubio, apenas con algunas hebras plateadas, estaba recogido con precisión.
Levantó la vista cuando April entró, pero no la invitó a sentarse.
—Aquí tienes tu indemnización —dijo con voz impasible, deslizando un sobre blanco hacia ella.
April tragó saliva y lo tomó con manos temblorosas. Su pecho estaba oprimido, pero intentó mantener la calma.
Abrió el sobre y leyó la cantidad escrita en el cheque.
Sus ojos se abrieron con incredulidad.
Era muchísimo menos de lo que le correspondía.
Alzó la mirada, desconcertada.
—Señora Montgomery, creo que hay un error —expresó con cautela, controlando su tono de voz.
Margaret Montgomery sonrió con desdén.
—¿Un error? —repitió con burla—. El único error aquí fue que creyeras que podías atrapar a mi hijo con tu fachada de mosca muerta.
El golpe fue directo.
April sintió la humillación quemándole la piel.
—Yo nunca…
—No te atrevas a decir que no lo intentaste —la interrumpió la mujer, con la voz más afilada que un cuchillo—. ¿De verdad creíste que casándote a escondidas con Logan te sacarías de esa vida de inmundicia en la que vives?
April se quedó sin aire.
—Eso no es cierto…
—Oh, claro que lo es —la interrumpió con una frialdad escalofriante—. Una simple asistente, con un apellido insignificante, creyendo que podía ser la esposa de un Montgomery. Qué patético.
April sintió cómo las lágrimas amenazaban con salir.
—Yo lo amaba…
Margaret soltó una carcajada.
—¿Amor? —ladeó la cabeza, fingiendo sorpresa—. Si de verdad crees que Logan te amó alguna vez, eres aún más tonta de lo que pensaba.
April bajó la mirada.
—Agradece que te estamos dando algo de dinero —continuó Margaret, con dureza—. Podría haberte despedido sin un centavo, sin recomendaciones, sin nada. Pero Logan insistió en que al menos te compensáramos un poco.
El nudo en su garganta se hizo insoportable.
«¿Logan había aprobado esa cantidad ridícula?»
No le importó dejarla sin nada.
—Y no intentes buscar a mi hijo —añadió la mujer con tono venenoso—, ni se te ocurra.
April frunció el ceño.
—Yo no tengo intención de…
—Sé lo de tu padre.
Su corazón se detuvo.
April levantó la vista, con el rostro pálido.
—¿Q-Qué…?
Margaret sonrió con frialdad.
—Sé que tuvo problemas legales en el pasado… y con mi poder, podría volver a prisión en cualquier momento.
April sintió el mundo desmoronarse bajo sus pies.
Su padre. Su única familia.
No podía permitir que lo encarcelaran otra vez.
Sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Margaret tenía el poder para hacerlo.
—Así que sé inteligente, querida —concluyó la mujer, acomodando su brazalete de oro con indiferencia—. Toma el dinero y desaparece.
La rabia, la humillación, el miedo… todo se mezcló en un remolino dentro de April.
Apretó el cheque con tanta fuerza que sus dedos dolieron.
Era una burla.
Era una humillación.
Era el final de todo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La ex-esposa secreta. ¡Luchando por mis trillizos!