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La Exesposa Millonaria Bajo el Velo romance Capítulo 8

Karla recorrió la sala con la mirada, pero ya no había ni rastro de Nora.

Mientras tanto, en el estacionamiento subterráneo, dos niños asomaban la cabeza detrás de una pared. Valentín soltó un suspiro, encendió la laptop y empezó a limpiar el desastre que había dejado Ramón.

Ramón había dibujado en el carro de Bastián. Si revisaban las cámaras de seguridad, los iban a descubrir y estarían en serios problemas.

Valentín no tardó en hackear el sistema y borrar los videos de vigilancia. Solo entonces respiró aliviado.

Unos metros más adelante, Ramón esperaba junto a Nora, ansioso por ver la cara de Bastián cuando encontrara su “obra de arte”.

...

—¿Qué... quién hizo esto? —La voz de Bastián se escuchó fuerte mientras él y su grupo se acercaban.

Thiago abrió los ojos de par en par al leer en voz alta las palabras garabateadas en el carro—: “¡Dejó a su esposa y sus hijos, tremendo desgraciado!” Esto... señor...

La mirada de Thiago se clavó en Bastián, con el miedo pintado en el rostro.

¿Quién se atrevía a tanto? ¿Querían problemas?

—¿Quién fue? Esto es demasiado atrevimiento —Tamara frunció el entrecejo, molesta.

Bastián recorrió el mensaje con una mirada dura. Las letras torcidas y disparejas delataban que un niño había sido el autor.

—Señor, voy a revisar las cámaras de seguridad ahora mismo.

—Jejeje... —Una risita apenas audible resonó cerca.

Bastián, con el oído alerta, levantó la vista y descubrió a dos cabezas asomándose detrás de la pared, tratando de ocultarse.

Ramón reaccionó rápido—: ¡Nos cacharon, Nora, corre!

—¿Qué? ¿Por qué? —Nora se asustó y, al girarse, vio que sus hermanos ya habían salido corriendo.

—¡Esperen, espérenme! —gritó Nora, y echó a correr tras ellos. Pero en su apuro, el borde de su vestido se atoró con algo y, antes de poder avanzar siquiera un paso, cayó de bruces al piso con un —¡paf!—

Ya era tarde. Los adultos se acercaban y no había escapatoria. Nora, tendida en el suelo, cubrió su cara con ambas manos.

Si no los veía, ellos tampoco la verían... si no los veía, no existían...

Bastián se acercó con pasos firmes, miró en silencio a la pequeña que era apenas una bolita en el suelo. Sin decir nada, la levantó en vilo.

La niña seguía cubriéndose el rostro con las manos y los ojos cerrados, como si así pudiera volverse invisible.

Capítulo 8 1

Capítulo 8 2

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