Por culpa de Jorge, Sebastián casi muere.
Gabriel también sufrió una desgracia inmerecida y fue víctima de una trampa.
Si no fuera por ella, ellos dos no tendrían nada que ver con Jorge.
Gabriel dijo: —Sabrina, no tiene nada que ver contigo. Alguien con la mente tan retorcida como Jorge me habría atacado de todos modos si yo no le caía bien, estuvieras tú o no.
Guiados por Gabriel, Sabrina y Sebastián entraron a la casa de la familia Castillo.
Romeo ya estaba sentado en la sala, esperando desde hacía rato.
Al verlos, el niño se levantó de un salto y corrió a su lado para saludarlos.
Después de charlar un poco, Gabriel dijo: —Romeo, juega un rato con Hache aquí abajo. Voy a llevar a Sabrina a ver a la bisabuela.
Romeo asintió obedientemente. —Sí.
Sabrina le dijo a Sebastián: —Hache, espérame aquí un momento.
Sebastián asintió.
Gabriel llevó a Sabrina al piso de arriba.
Se detuvieron frente a una habitación.
Gabriel tocó suavemente la puerta. —Abuela, Sabrina vino a verte.
Desde el interior se escuchó la voz débil de la anciana.
—Que pase Sabrina, tú espérala abajo.
Gabriel hizo una pausa. —Está bien.
Se volvió hacia Sabrina. —Sabrina, te encargo a la abuela un momento.

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