La Heredera del Poder romance Capítulo 1095

Al hablar, la anciana miró a Sebastián, quien estaba al lado de Gabriela y preguntó: "¿Es tu hermano?"

Gabriela sonrió y respondió: "Él es mi novio".

Sebastián se quedó sorprendido.

No esperaba que Gabriela admitiera su relación sin vacilar.

El corazón de Sebastián se llenó en ese momento, y toda su sensación de peligro se desvaneció por completo. Sonriendo, se dirigió a la anciana: "Mucho gusto, señora."

La anciana asintió. "¡Mucho gusto! Gabi, veo que este joven es muy bueno, ¡tienes buen ojo! Ustedes dos juntos parecen la pareja perfecta."

"Gracias."

"Gabi, ¿nos permitirías a nosotros, los viejitos, tomar una foto contigo?"

Gabriela asintió. "Por supuesto."

"Viejo, ve a buscar la cámara."

El anciano inmediatamente fue a por la cámara.

Poco tiempo después, el anciano regresó con la cámara, la ajustó al modo de automático y los cuatro posaron juntos para la foto.

Gabriela y Sebastián pasaron una semana en la Isla Roca antes de regresar a la ciudad.

Marta también tomó el vuelo de regreso a Ciudad Real.

Una semana después, no quedaba ningún rastro en el rostro de Marta.

Antes de abordar el avión, Marta envió un mensaje a Moisés: "Querido, hoy vuelvo en el vuelo de las 4 de la tarde."

Al recibir este mensaje, Moisés estaba en una sala privada de un club, rodeado de mujeres.

¿La vieja ya volvió?

¡Si él aún no había terminado de divertirse!

Moisés frunció el ceño y lanzó el teléfono sobre la mesa, desabrochándose la corbata en señal de irritación.

"¿Qué pasa, Moisés? ¿Acaso alguien te molestó?" Preguntó la mujer a su lado, mientras se acercaba y le ofrecía un beso.

Moisés tomó la cara de la mujer y la besó con fuerza.

Marta era casi veinte años mayor que él.

¿Cómo podría compararse con estas jóvenes llenas de belleza y vitalidad?

"¿La besas a ella pero no a mí? Moisés, estás siendo muy injusto." Dijo la otra mujer acercándose también.

Pronto, en la penumbra del club, se escucharon sonidos de harmonía.

Una hora después, Moisés sacó dos fajos de billetes de su bolsa y los lanzó sobre la mesa. "Todo esto es para ustedes."

"Gracias, Moisés." Las dos mujeres, levantándose rápidamente y guardando el dinero, sin siquiera molestarse en vestirse completamente.

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