Gabriela apenas tenía veinte años.
Recién ascendida a la presidencia de la compañía, bajo la tutela del director Uriel, ¿quién iba a tomar en serio a una jovencita?
Si al menos Gabriela hubiera tenido verdaderas habilidades, podría ser diferente.
Pero lo cierto era que Gabriela solo tenía una buena apariencia y conocimientos superficiales en el campo de la investigación científica.
Cada profesión tenía su propio campo de especialización.
Este lugar no era precisamente el mundo de la tecnología.
Y aunque lo fuera, ¿qué más daría?
Gabriela había prometido construir una nave espacial en dos años.
En el mundo tecnológico actual, todos veían a Gabriela con escepticismo.
Pero debían esperar y ver lo que sucedería.
Lo mejor aún estaba por venir.
Con esto en mente, Paloma esbozó una ligera sonrisa, se giró y sacó unos documentos del archivo para entregárselos a Gabriela. "Gabriela, estos son los documentos que dejó el director Uriel; échales un vistazo."
Gabriela tomó los documentos y comenzó a revisarlos rápidamente.
Con una velocidad de lectura tan impresionante.
Los problemas descritos por el director Uriel eran mucho más complicados de lo que Paloma había mencionado.
Muchos de estos problemas llevaban arrastrándose más de una década sin resolverse.
La presidencia era en realidad un lío gigantesco.
Obviamente, Paloma tenía una intención bastante clara.
Esperaba verla hacer el ridículo.
Gabriela mantuvo su expresión serena, inmutable y después de un momento, pasó los documentos de vuelta a Paloma, "Ya terminé de leer."
"¿Tan rápido?" Paloma se sorprendió.
"Sí." Gabriela asintió ligeramente, con el rostro sereno sin mostrar mucha emoción.
El informe tenía más de treinta páginas, incluso si leyera una página por minuto, le llevaría al menos media hora.
¿Gabriela solo había tardado unos minutos para revisarlos?
Ni siquiera habían pasado cinco minutos.
¿Pretendía impresionar así?
¿No sabía medir sus propias capacidades?
¿Acaso creía que solo por nieta de una famosa intelectual, ella también lo era?



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