La Heredera del Poder romance Capítulo 1341

La oficina del presidenta también estaba en el piso 58, pero ese encontraba en el lado opuesto del edificio. Unos minutos después, Jordan llegó a la oficina acompañado de Gabriela y Don Sanz. La oficina era espaciosa, con más de 100 metros cuadrados. Jordan le mostró a Gabriela el interior de la oficina.

"Este es la sala de descanso, y aquí está la oficina de la secretaria. Si a la señorita Yllescas no le gusta la decoración, podemos hacer que la remodelen."

Gabriela movió la cabeza ligeramente. "No es necesario, está muy bien así."

Ella no era muy exigente con el entorno. Mientras hablaban, Gabriela se detuvo frente a una pintura, con aire pensativo, se quedó observándolo. Don Sanz se acercó y dijo: "Gabi, ¿qué te parece esta pintura?"

"Está bien," respondió Gabriela con una evaluación honesta.

De hecho, el nivel de la pintura en la pared era apenas mediocre. Claramente le faltaba fuerza, como intentar dibujar un tigre y terminar con algo parecido a un perro. Sin embargo, como dice el refrán, "cada profesión tiene su maestría, y esta pintura podría engañar a quien no fuera experto sin problema alguno.

Don Sanz se acarició la barba, entrecerrando los ojos y examinando detenidamente la pintura en la pared. Al escuchar sus palabras, Jordan frunció ligeramente el ceño. La pintura colgada en la pared había sido pintada por Paloma personalmente. Alguien había ofrecido diez mil dólares y Paloma no había aceptado venderla. Sin embargo, Gabriela con una simple y despectiva frase de "está bien" había desestimado el esfuerzo de Paloma.

Si realmente solo estuviera "bien", ¿habría alguien dispuesto a ofrecer diez mil dólares por ella? Aunque Jordan no entendía mucho de arte, podía darse cuenta de que Paloma había hecho un trabajo excepcional. Ni siquiera un maestro de arte común podría compararse con ella. Después de todo, la obra de un maestro ordinario no se vendería por diez mil dólares. ¡Pero la de Paloma sí! Esto mostraba que la habilidad de Paloma ya había superado la de los maestros comunes.

Alguien como ella, que ni siquiera podía sostener un pincel, realmente no tenía derecho a criticar a Paloma. Gabriela definitivamente lo había hecho a propósito. Sabía que la pintura había sido obra de Paloma, por eso intentó menospreciarla. La naturaleza humana era así. Cuanto menos tenías, más te importaba. Porque Gabriela no sabía nada de pintura, al ver lo bien que Paloma había escrito, sintió envidia e intentó consolarse a sí misma menospreciando el talento de ésta. Qué desagradable.

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