—Qué casualidad —dijo Gabriela con calma—, apuesto a que él tampoco te ha visto con eso puesto.
Arsenio sonrió y negó con la cabeza, divertido.
No pudo evitar sentir lástima por Sebastián. Tenía una novia complicada y no podía imaginar cómo sobrevivía el pobre en el día a día.
Al poco rato, Gabriela dejó los cubiertos sobre la mesa y continuó:
—Ya terminé de comer.
—¿Tan rápido? —preguntó Arsenio, sorprendido.
—Llegué antes que tú —respondió ella, sin darle mucha importancia.
Apenas terminó de decirlo, Gabriela se levantó y se fue. Caminó unos pasos y, como si recordara algo, se detuvo y giró apenas el rostro, mirando a Arsenio por encima del hombro.
—Arsenio —lo llamó.
—¿Qué pasa? —contestó él.
Gabriela curvó apenas los labios, sus palabras salieron suaves pero firmes:
—Al final, fuiste tú quien subestimó a Helena.
Arsenio soltó una carcajada.
—Eres tú la que la sobreestima. Para elegir hombres tienes buen ojo, pero para juzgar a las mujeres, te falta camino.
Gabriela no le contestó. Simplemente siguió su camino y salió del lugar.
Arsenio la observó mientras se alejaba, resignado. A veces, pensó, la confianza ciega es más un lastre que una virtud.
Gabriela era demasiado confiada.
...
Casa de Nubes.
Vicente estaba tirado en la cama, bastante mal. Tenía la cara tan pálida que sus labios parecían de papel, sin rastro de color.
—Jefe, ¿quiere que llame al Dr. Nunier? —preguntó su asistente, preocupado.
Vicente negó con la cabeza.
—No hace falta, es normal.
Después de tanto tiempo enfermo, Vicente conocía su cuerpo de memoria.
El asistente seguía inquieto.
—¿Seguro que no quiere que lo llame?
—Seguro —respondió Vicente, masajeándose las sienes—. Puedes irte.
No le quedó otra al asistente que salir del cuarto.
En cuanto la puerta se cerró, Vicente relajó un poco el gesto. Esperó un momento y luego se levantó de la cama, aunque le costara trabajo. No era de los que se quedaban tirados, por muy mal que estuviera.
Fue al baño y se lavó la cara. Se vistió con esmero y, aunque seguía pálido, ya no parecía tan desmejorado.
Apenas llegó al comedor, su secretaria apareció con un montón de papeles.
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