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La Heredera del Poder romance Capítulo 2953

—¡Qué bruja ni qué nada! —dijo Paulina. —Ahora hay un montón de gente que llega a los cien años, ¡eso ya no es raro!

La abuela Zesati miró hacia el horizonte, suspirando suavemente. —Yo no aspiro a tanto como llegar a los cien… Mi único deseo es ver a mi bisnieto, aunque sea solo una vez. Con eso ya me doy por satisfecha.

Paulina sonrió y la animó. —Claro que sí, abue, seguro que lo logras.

—Ojalá… —asintió la abuela Zesati, acariciando la esperanza mientras apretaba la mano de su nieta.

La abuela Zesati nunca fue fanática del ejercicio, pero por ese deseo tan grande, ahora se levantaba todas las mañanas para ir al gimnasio a caminar en la banda, aunque le costara. Ya no se daba sus gustitos con la comida, todo lo que comía era lo que la nutrióloga le indicaba, nada de antojitos.

—A ver si sí —dijo, suspirando de nuevo.

Paulina notó que el ambiente se ponía algo melancólico, así que cambió rápido de tema. —¿Y si vamos a echar unas cartas?

Apenas escuchó eso, los ojos de la abuela Zesati brillaron. —¡Eso, eso, vamos!

La verdad, no era lo mejor para alguien de su edad estar tanto tiempo sentada, pero hoy era un día especial, así que lo valía.

Por otro lado, Lys acababa de regresar después de su defensa de tesis y, sin perder tiempo, fue corriendo al encuentro de Gabriela. —¡Gabi!

Gabriela volteó, sonriendo. —¿Cómo te fue en la defensa?

—Bien, la verdad. Todo salió como esperaba —respondió Lys, enganchándose del brazo de Gabriela. —Oye, ¿ya tienen fecha para la boda?

—Ya, sí —asintió Gabriela.

—¿Y para cuándo es?

—El seis de febrero.

Lys hizo cuentas rápidas. Faltaban aún seis meses.

—¡Felicidades! —dijo con una gran sonrisa. —El señor Sebas debe estar feliz, ¿no? Por fin va a poder casarse con su guapísima novia.

—Sí, anda insoportable de la dicha —se rió Gabriela. —Pero bueno, no solo él está feliz. Poder casarte con quien amas es de las mejores cosas que te puede pasar. ¿Y tú, Lys?

Lys se sorprendió, señalándose a sí misma. —¿Yo?

—Sí —insistió Gabriela. —¿Tú e Ian qué onda?

Lys se sonrojó un poco. —Pues él no ha dicho nada… y yo como que me da pena preguntarle, ¿no? Una tiene que hacerse la difícil, no voy a estar ahí rogando.

La verdad, Lys sí andaba un poco ansiosa. Pero sentía que si ella preguntaba primero, iba a parecer que estaba desesperada.

Lys siguió la mirada de Gabriela y la vio sentada en la mesa. —Pues voy a saludarla.

—Anda, ve —asintió Gabriela.

Bárbara, que ya había ganado tres partidas seguidas, estaba de muy buen humor. Al ver llegar a Lys, la recibió con una sonrisa. —¡Lys, bienvenida!

—Hola —dijo Lys. —¿Qué tal la suerte?

—Más o menos —respondió Bárbara. —Pero hoy invito la cena, ¿eh?

—¡Va! —Lys se sentó junto a ella. —Yo ni sé jugar, ¿me enseñas?

Bárbara, toda confiada, cruzó la pierna. —No necesitas mucha ciencia, mira un par de veces y ya le agarras la onda.

Pero aunque Bárbara lo dijera fácil, Lys vio varias manos y ni así le entendió; terminó aburriéndose un poco. —No, esto no es lo mío. Mejor voy a buscar a Leslie.

—Dale —respondió Bárbara.

Justo en ese momento, Leslie regresó.

Las dos se pusieron a platicar, y Leslie le comentó algo sobre la tía abuela de los Lozano. —Oye, tu pequeña tía abuela sí que es de armas tomar. ¡Nunca había visto una tía abuela tan joven!

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