El mayordomo le sonrió a Olivia y le dijo:
—Señorita Olivia, la abuela la está buscando. Venga conmigo, por favor.
Olivia asintió con energía, se enganchó del brazo del mayordomo y, dando pequeños saltos de emoción, avanzó hacia adelante.
—¡Vamos rápido, no hay que dejar que la abuela se desespere esperándonos!
—Vamos, —respondió él con una sonrisa.
Hanna iba adelante y, de reojo, los miró con curiosidad.
¿Quién era realmente esa tal Olivia? Tenía algo especial, definitivamente no era como los demás.
Aunque el incidente anterior había sido incómodo, cuando Hanna llegó al salón de la fiesta, recuperó su sonrisa más impecable.
Al fin y al cabo, nadie importante la había visto en ese momento. Solo una chica medio tonta, el mayordomo y un puñado de empleados. Gente sin relevancia. Nada de qué preocuparse.
Justo al entrar al salón, Hanna vio a Lys y se acercó casi corriendo.
—¡Lys! —llamó con alegría.
—Hola, Hanna —respondió Lys, manteniendo la cortesía.
Por dentro, Hanna seguía algo molesta. Esa era una de las cosas que más le chocaban de Lys: siendo primas, ella jamás le decía un apodo cariñoso. Era fría, como si ni siquiera la respetara.
—Lys, de verdad te felicito, tú y tu novio hacen una pareja espectacular —dijo Hanna, aunque sus palabras no eran sinceras, su rostro era la imagen de la amabilidad.
—Gracias —contestó Lys con una sonrisa—. Ojalá tú también encuentres pronto a tu media naranja.
—Eso espero —asintió Hanna.
Mientras hablaban, Hanna se colgó del brazo de Lys y siguió, animada—: ¡Cómo pasa el tiempo! ¿Te acuerdas cuando éramos niñas y jugábamos a la casita?
Lys también se puso nostálgica y asintió—: Sí, claro que me acuerdo.
Después de charlar un poco más, Hanna fue directo al tema que le interesaba—: Oye, Lys, acabo de ver a alguien muy raro. ¿Es pariente tuyo?
—¿Quién? —preguntó Lys.
—Una mujer de unos treinta años, vestida como si fuera una niña. Escuché a los demás llamarla señorita Olivia.
—¿Tu amiga Leslie tiene novio? —preguntó Hanna.
—Creo que no —respondió Lys.
—¡Qué suerte! —exclamó Hanna—. Es que Víctor se flechó con tu amiga a primera vista y me pidió que le ayudara a acercársele. ¿Podrías preguntarle si le interesa conocerlo?
Al escuchar esto, Lys frunció el ceño—: ¿Víctor está loco o qué? ¡Ya estuvo bueno!
—¿Y eso? —Hanna se sorprendió por su reacción—. ¿Por qué te molesta tanto?
—Porque ya basta de que Víctor esté detrás de mis amigas —dijo Lys, sin ocultar su molestia.
—¿Pero qué pasa con él? —insistió Hanna.
—Que no le llega ni a los talones —Lys no tenía problema en decirlo claro.
Si no fuera porque había tanta gente, incluso habría echado a Víctor de la fiesta.
Hanna entrecerró los ojos y sonrió—: La verdad, yo tampoco lo aguanto mucho, pero al final de cuentas es nuestro primo… Solo aguanta un poco y listo. Si no quieres tratarlo después, no lo hagas. Pero por lo menos hay que guardar las apariencias, ¿no crees?

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