La Heredera del Poder romance Capítulo 3003

Nadie se imaginaba que un empresario tan adinerado pudiera tener un carácter tan amable.

De verdad, parecía que Amanda había salvado al universo en otra vida para merecer tanta suerte.

Entre la gente, las comparaciones eran inevitables, y siempre dejaban un sabor amargo en quien se sentía en desventaja.

Amanda se giró hacia las dos y les sonrió:

—¿Tienen alguna comida que no les guste?—

Rosana seguía un poco distraída, así que Hanna, disimuladamente, le dio un codazo para que reaccionara.

Rosana volvió en sí y respondió con una sonrisa:

—No, no, Amanda, nada de restricciones. Haz lo que acostumbras en casa, estamos entre la familia, tú y Adolfo no se compliquen.—

—Está bien, entonces yo voy a empezar a preparar las cosas,— dijo Adolfo.

Amanda asintió:

—Anda, ve.—

En cuanto Adolfo salió, Rosana tomó a Amanda del brazo y le dijo:

—¡Amanda, de verdad te casaste con el hombre indicado esta vez!—

A simple vista sonaba como un comentario cualquiera, pero si se pensaba bien, esas palabras eran como una puñalada directa al corazón.

El matrimonio de Amanda con Andrés había sido un desastre. Aunque ya había pasado mucho tiempo y la herida había empezado a cicatrizar, al tocar el tema, el dolor regresaba como si fuera de ayer.

Amanda solo sonrió, sin decir nada.

Rosana entrecerró los ojos y siguió:

—Amanda, ahora no tienes de qué preocuparte, no como yo, que tengo mil cosas en la cabeza.—

—Pero, prima, tú tienes una familia hermosa. Zeus es muy capaz y Hanna es una hija ejemplar, ¿qué más puedes pedir?— preguntó Amanda.

Rosana suspiró:

—¿Capaz? ¿En qué? Ese Zeus solo sabe alardear, pero fuera de eso... nada.—

Años atrás, su marido le parecía el mejor del mundo, pero ahora, comparado con Adolfo, casi sentía que no servía para nada.

Amanda le respondió:

—Bueno, hablando en serio, nadie compra dos departamentos en pleno centro de Ciudad Real solo con cuentos.—

La verdad, el esposo de Rosana sí tenía lo suyo.

Después de todo, no cualquiera podía darse el lujo de tener dos departamentos en esa zona.

Pero Rosana agitó la mano en señal de resignación:

—Igual, no hay punto de comparación con Adolfo.—

Al final, Rosana soltó otra preocupación:

—Y Hanna, que ya está más grande que Lys, ¡y todavía no me consigue novio! ¿Cómo no voy a estar nerviosa? Oye, Amanda, ¿no conoces a algún chico bueno? Si sabes de alguien, preséntaselo a Hanna.—

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