La Heredera del Poder romance Capítulo 337

"¡Para nada!" negó el amigo con la cabeza, "Hablando de eso, tú también conoces al encargado de esa empresa. ¡Es Sergio Yllescas de Casablanc Express!"

El cigarrillo que Mariano sostenía entre los dedos se cayó directamente sobre la mesa, miró a su amigo con incredulidad y preguntó, "¿Estás seguro?"

"¡Claro que estoy seguro! Mi hermana trabaja en la alta gerencia de Velocidad, ¿acaso ella mentiría?"

Mariano comenzó a sentir un dolor punzante en la cabeza.

Porque apenas unas horas antes, se había burlado de Gabriela por soñar despierta.

¡Y ahora resulta que él fue el que había recibido un golpe a su orgullo!

Mariano se levantó y se dirigió hacia la puerta.

"¡Eh! ¿A dónde vas?" Gritó él amigo.

Mariano respondió sin mirar atrás: "¡A buscar a Sergio!" No podría creerlo del todo hasta no hablar con él personalmente.

Realmente, Mariano no podía entender cómo TOAEON podría estar colaborando con Casablanc,

¡tenía que haber un error!

Pronto, Mariano llegó a la empresa de Sergio.

La recepcionista reconoció a Mariano, así que lo dejó pasar directamente.

Mariano se dirigió a la oficina de Sergio.

Al ver a Mariano, sudoroso y agitado, Sergio se quedó sorprendido por un momento, luego dijo: "Sr. Casas, ¿a qué se debe su visita? ¿Hay alguna urgencia?"

Mariano sonrió y dijo: "Sergi, he oído que has conseguido el contrato de colaboración con TOAEON. ¡Mis felicitaciones!"

Sergio mandó a Juárez a servir un vaso de agua a Mariano, "¡El Sr. Casas está bien informado!"

Al oír eso,

Mariano se quedó petrificado,

su rostro mostraba una expresión inescrutable.

Al principio, había pensado que era un malentendido, que mencionando eso dejaría a Sergio en una situación incómoda.

Pero...

Pero resultó ser cierto.

El contrato de TOAEON valía al menos un monto de siete cifras.

Si pudieran colaborar a largo plazo, eso representaría una gran suma de dinero.

Sería mentira decir que no sentía envidia.

Mariano ahora solo lamentaba no haberse quedado firme junto a Sergio.

Si él no se hubiera ido en aquel entonces, ¡quizás ese contrato podría haber sido suyo!

De nada servía lamentarse después.

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