La Heredera del Poder romance Capítulo 521

Roberto frunció el ceño.

De repente pensó en Sebastián.

¡Por supuesto!

Tenía que ser Sebastián.

Él era el principal accionista del Grupo Arrufat, y Apolo no haría algo así si no fuera por Sebastián.

¡Qué cruel era Sebastián!

Si realmente le gustaba Yolanda, ¿por qué hacerle esto?

¿Acaso no se suponía que debía proteger a persona a quien uno amaba?

Al herirla de esta manera, ¿Yolanda podría perdonarlo algún día?

Roberto se sentía terrible y fue directamente al Grupo Zesati.

"hermano Sebas, ¿fuiste tú quien hizo que mi padre retirara mi posición?"

"Sí." Sebastián, con un rosario en la mano, asintió tranquilamente.

Roberto frunció el ceño, "hermano Sebas, ¿por qué harías algo parecido? ¿No sabes que el Grupo Muñoz está a punto de quebrar? ¿Vas a quedarte mirando cómo la familia de la Señorita Muñoz se arruina?"

Sebastián siguió con su rosario. "¿Qué tiene que ver conmigo la bancarrota de la familia Muñoz?"

Roberto, con el ceño fruncido, dijo: "hermano Sebas, después de todo, soy el director general del Grupo Arrufat, ¿cómo puedes simplemente retirar mi posición sin siquiera avisarme?"

Si esto se supiera, ¿cómo podría enfrentarse a los demás?

"¿Qué derecho tienes para cuestionar mis decisiones?" Sebastián levantó la mirada hacia Roberto, la cual estaba cargada de autoridad.

Roberto sintió un escalofrío y suplicó con voz baja, "hermano Sebas, por favor, restituye mi posición. ¡La familia Muñoz no puede arruinarse! De lo contrario, te arrepentirás toda tu vida."

Él lo decía por el bien de Sebastián.

Pero Sebastián no solo no apreciaba el gesto, sino que ahora le estaba mostrando una cara menospreciada.

Ahora realmente se sentía atrapado, y sin salida.

Se decía que cuando Dios cerraba una puerta, abría una ventana.

Sebastián era un ejemplo clásico.

No podía ver lo buena que era Yolanda.

Como si estuviera ciego.

"¡Engañado por una mujer hasta este punto! Decir que eres tan tonto como un cerdo sería un insulto para el cerdo," dijo Sebastián, con los ojos llenos de ira, "¡Tienes 28 años, no 8!"

Sebastián rara vez se enfadaba.

El aire se volvió terriblemente silencioso.

Roberto no se atrevió a pronunciar ni una palabra más.

Sebastián continuó, "Tío Apolo solo tiene un hijo como tú, y ha depositado muchas esperanzas en ti. ¿No podrías hacerle sentir orgulloso? El día que lo decepciones completamente, será demasiado tarde para arrepentirte."

Roberto bajó la mirada en silencio.

Sebastián entrecerró los ojos, "Ahora vuelve y reflexiona bien. Cuando hayas terminado, consideraré restablecerte en tu posición."

Roberto se dio la vuelta y salió de la oficina de Sebastián.

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