La Heredera Divorciada Billonaria romance Capítulo 1008

Nicole vino a ayudar cuando se desocupo. Siempre veía a Aida y a Grant preparando el lugar juntos, estudiando cuidadosamente la iluminación y los efectos.

Los profesionales no tuvieron nada que ver.

El día del compromiso.

Aunque era solo un compromiso, se invitó a muchas personas y asistieron casi todos los dignatarios y celebridades de la Ciudad del Oeste.

Sin embargo, Grant y Aida hicieron todo lo posible por mantener un perfil bajo, sin dejar correr la voz por fuera. Las únicas personas que sabían eran aquellas en el círculo que habían recibido invitaciones.

Yvette y Lance vinieron juntos, dejaron sus regalos y se fueron, presumiblemente porque no podían soportar quedarse.

Grant tampoco los obligó.

Aida llevaba un vestido blanco que se parecía un poco a un vestido de novia, pero la diferencia era visible. Ella se quedó allí, completamente sola. Su piel brillaba bajo la luz. Su belleza era gentil y generosa como un torrente de agua clara, dándole una especie de atracción que hacía que la gente no pudiera apartar la vista.

Entre el entorno del lugar y la belleza de la pareja, eran sumamente deslumbrantes.

Floyd se apresuró a aceptar la novedad y quedó especialmente satisfecho con los elogios de todos por la escena única.

Los pequeños mayordomos con inteligencia artificial actuaron como meseros, recorriendo los lugares constantemente sobre sus cuatro ruedas.

Mientras Nicole estaba esperando adentro, muchas personas se acercaron para preguntar si vendían estos pequeños mayordomos con inteligencia artificial.

Nicole se quedó sin palabras.

Cinco minutos después, un coche se detuvo en la puerta.

Nicole reconoció el coche y se acercó con una sonrisa.

El mayordomo con inteligencia artificial tomó la iniciativa de abrir la puerta del coche.

“Bienvenidos, nuestros más distinguidos invitados...”.

El Pequeño Michael sintió fascinación por este robot antes de que pudiera bajar del coche.

Clayton, vestido con su esmoquin, miró a su hijo sin palabras.

"¡Sal!".

El Pequeño Michael volvió en sí y resopló con frialdad. '¿Acaso es mi padre?'.