La Heredera Divorciada Billonaria romance Capítulo 1553

Nicole miró la aguja que sobresalía de su pecho. Después del dolor, sintió un dolor intenso y entumecimiento. La mitad de su cuerpo se sentía rígido y entumecido.

Después del susto, sintió el miedo de haber escapado a una calamidad.

Debería estar agradecida de que la pistola no era real.

Era solo una pistola tranquilizante de apariencia aterradora.

Un sudor frío comenzó a brotar por todo su cuerpo después de volver en sí.

Nicole casi olvida que estaba en el territorio de un traficante de armas. ¿No se estaba creando problemas para sí misma?

Frente a ella, el rostro de Caleb cambió. Tenía una mirada fría y malvada en su rostro mientras la miraba fijamente. Luego la miró con severidad.

“Parece que fui demasiado amable contigo, Señorita Stanton. Puedes quedarte en otro lugar esta noche”.

Después de decir eso, Caleb caminó alrededor de ella y se fue.

Nicole no se sentía bien. No sabía qué tan fuerte era el anestésico.

El entumecimiento comenzó en su pecho. La mitad de su cuerpo se entumeció y poco a poco se fue extendiendo por todo su cuerpo.

La sensación de perder el control de su cuerpo era terrible.

Luego, sus ojos se volvieron blancos y se desmayó.

Cuando Nicole volvió a abrir los ojos, no estaba en la habitación en la que estaba antes.

Había anticipado que no la tratarían como antes.

Era demasiado tarde para lamentarse.

Solo podía echarle la culpa a su mala suerte.

Nicole apretó los dientes y miró a su alrededor.

Ella se sorprendió al instante.

Esa habitación estaba en ruinas y parecía sellada herméticamente. Una luz tenue oscilaba sobre su cabeza, creando sombras parpadeantes. Era extremadamente sofocante y sentía que no podía respirar.

En la esquina opuesta, más de una docena de chicas estaban agachadas en el suelo.

Ellas miraron a Nicole con cautela, pero también simpatía.

Más que nada, eran inexpresivas.

Esas chicas no parecían viejas. La más joven tenía solo 11 o 12 años, y la mayor tenía 27 o 28 años. Eran en su mayoría adolescentes.

Los ojos de ellas se veían incultos, temerosos o inocentes.

El corazón de Nicole se ensombreció.

Ella tosió. Su voz sonaba ronca. Su cuerpo seguía adolorido y entumecido, pero los efectos secundarios de la anestesia ya no eran tan severos.

Nicole apenas podía sentarse sola.

Todo estaba oscuro, y parecía que ya era de noche.

"Esto es...".

Nicole preguntó tímidamente.

"¿Quienes son esas personas?".

Nicole no pudo evitar preguntar.

La mujer le dirigió una mirada. Su tono era frío.

“No son personas. Son mercancía”.

Su tono era ligero como si no valiera la pena mencionarlas.

Nicole se sorprendió por un momento. Quería preguntar más, pero a la mujer ya se le estaba acabando la paciencia.

"Me voy. Puedes quedarte aquí sola y ocuparte de tus propios asuntos”.

Después de eso, la mujer se dio la vuelta y se fue, como si quedarse aquí un minuto más fuera un insulto para ella.

Nicole tardó un poco en reaccionar. Dejó el cuenco en el suelo y miró a las chicas que estaban al otro lado de la habitación.

Nadie abrió la boca para hablar.

Nicole por fin había aprendido su lección. Era mejor no entrometerse a ciegas sin conocer el límite de la otra parte.

Parecía que esas mujeres no eran realmente invitadas.

¿Eran solo mercancía?

Nicole frunció el ceño. ¿Por qué un traficante de armas trataría a las mujeres como mercancía?

El silencio solo duró un rato. Justo cuando Nicole comenzaba a quedarse dormida, la puerta se abrió de golpe, haciendo que esas mujeres gritaran.