La Heredera Divorciada Billonaria romance Capítulo 1607

Mientras Clayton comía, Nicole estaba sentada al lado leyendo documentos.

Aunque Nicole estaba en el hospital, poco a poco se había estado haciendo cargo de los asuntos de la compañía. Grant vio que ella también se había recuperado, por lo que le entregó algunas cosas sin ninguna antelación.

Nicole no era como Clayton, quien prefería estar ocioso y leer un libro que preocuparse por los asuntos de la compañía, aunque pudiera comer y moverse.

Después de una siesta, Nicole llevó a Clayton a dar un paseo por el jardín trasero. Éste hizo algunos ejercicios sencillos que eran buenos para la recuperación. Podría ser dado de alta del hospital en cuestión de días.

El pequeño jardín trasero del hospital privado era muy limpio, moderno, artístico y elegante. Era muy agradable a la vista.

Clayton caminaba lentamente y sin ayuda.

Nicole estaba sentada en un columpio y lo miraba de vez en cuando. Los dos se sonreían como si incluso el aire fuera dulce.

Ninguno de ellos se dio cuenta de que un hombre alto estaba de pie del otro lado de la cerca, no muy lejos de la puerta trasera. Las flores de la cerca ocultaban al hombre delgado y quien transmitía un denso frío alrededor de su cuerpo.

Él levantó la mirada y miró fijamente esa escena en el jardín. Sus ojos eran oscuros, como si ocultaran el más frío espíritu maligno que hacía que uno se estremeciera al verlo.

Eric no sabía por cuánto tiempo los miró. Sentía como si su corazón fuera apuñalado y arrancado con algo afilado. Goteaba sangre por todo el suelo y él se sentía como un cadáver andante.

Sus puños estaban tan apretados que sus venas estaban saltando. Estaba completamente inmerso en un frío desconsuelo.

Él no sentía frío ni siquiera cuando el viento frío soplaba sobre su cuerpo.

Miró a lo lejos y vio a Clayton caminando mientras Nicole sonreía. Había un entendimiento tan tácito entre la pareja como si nadie pudiera interponerse entre ellos, como si fueran las dos únicas personas que quedaban en este mundo.

Eric sentía que había tomado una decisión tremendamente equivocada, de las que son simplemente irrevocables.

Parecía que en el momento en que tomó la decisión, cuando se regocijaba por haberse recuperado mentalmente, se le pronunció una sentencia de muerte.

Él no tenía que disculparse porque ellos simplemente no necesitaban escucharlo.

Todo lo que Eric había hecho antes, sin darse por vencido, era para salvar su matrimonio fallido.