La Heredera Divorciada Billonaria romance Capítulo 1615

Eric miró a Nicole. Las manos a sus lados estaban apretadas con fuerza, tanto que sus nudillos se volvieron blancos. Sentía como si su corazón fuera apuñalado.

Sentía que incluso respirar era doloroso.

Eric bajó la mirada y trató de ocultar sus emociones.

Su corazón se sentía afligido e insoportablemente triste. Tras un largo silencio, dijo con voz ronca: “Solo quiero pedirte disculpas, nada más. Si no quieres verme a solas, puedes traer a alguien contigo…”.

Esta era su solución intermedia.

Eric ya había perdido.

No nombró a Clayton específicamente, pero todos lo entendieron.

Clayton se sorprendió y levantó ligeramente las cejas. Vio el rostro sombrío y complicado de Eric y al instante se puso de buen humor.

¡El dolor de su enemigo era su placer!

Aun así, Nicole no estaba dispuesta a aceptar.

Hablar con Eric la pondría de mal humor. Ella no era una persona generosa e indulgente, así que ¿por qué debía verse obligada a perdonarlo?

Al presenciar este silencio, Roland, quien estaba a un lado, se aclaró la garganta y dio un paso adelante para aliviar la situación.

“Señorita Stanton, Señor Sloan, todo está listo. Ya podemos irnos”.

Nicole miró a Roland y quedó satisfecha con su intervención.

Estaba a punto de pasar de largo a lado de Eric para seguir su camino cuando de repente éste se puso rápidamente delante de ella.

Eric cerró los ojos, respiró hondo y dijo con voz ligeramente temblorosa: "Nicole, simplemente considéralo como si te lo estuviera rogando. Solo quiero decirte unas palabras. Solo tienes que escuchar. No importa si me perdonas o no. No volveré a molestarte en el futuro”.

Decir estas palabras hizo que él sintiera un dolor inimaginable en el corazón, como si estuviera arrancando una parte muy importante de él. Le dolían todos los nervios del cuerpo.

Nicole bajó la mirada y ocultó su disgusto.

“Si no quiero escucharlo, ¿vendrás a molestarme de nuevo?”.

Su voz era clara y fría, sin el más mínimo rastro de calidez.

Ella trataba mejor a un desconocido que a Eric.

Él se quedó en silencio. Su rostro estaba pálido y sus ojos eran sombríos.

“Sí”, dijo Eric.