La Heredera Divorciada Billonaria romance Capítulo 54

Ingrid Ferguson se marchó finalmente de la joyería avergonzada y enojada. Yvette se apresuró a tomar la tarjeta y la miró de derecha a izquierda. Entonces, dijo sorprendida: “¿Cómo conseguiste esta tarjeta?”.

Nicole frunció los labios y dijo: “Mi tercer hermano me la regaló para mi cumpleaños número dieciocho. Me dijo que la llevara a donde fuera. No esperaba que me resultara útil”.

“¿Por qué Dios no me dio un 'Tercer Hermano'?”. Yvette posó su mano en la frente con envidia y celos.

Nicole se rio y se la dio. “Si te gusta tanto, te la regalo”.

“¡De ninguna manera! Esta tarjeta es válida para toda la vida. No es válida cuando se transfiere, así que quédatela... pero puedes comprarme lo que me gusta…”.

Nicole asintió, estando de acuerdo con esta idea.

Después de comprar el collar, Yvette arrastró alegremente a Nicole durante un rato antes de que salieran del centro comercial.

Nicole estaba de buen humor cuando volvió a la oficina. Samantha Lindt había estado haciendo pequeños cambios, pero Nicole no le dio importancia y la dejó ser.

Ella sabía que cualquier cosa que hiciera Samantha no podía ocultarse a los ojos y oídos de Grant. Como Samantha estaba cavando su propia tumba, Nicole no tenía intención de detenerla.

Después del trabajo, Nicole estaba a punto de salir con su bolso en mano cuando Julie Nixon la llamó.

Cuando contestó, Julie se apresuró a hablar y fue directo al grano. “¡Emergencia! Esta noche hay una cena de beneficencia y el artista de mi empresa, Roman, necesita una acompañante. Por el momento no me encuentro en el país, así que, ¿puedes asistir por mi?”.

Nicole miró la hora. “Está bien, de todos modos tengo tiempo”.

“¡Gracias, corazón! Le diré que te lleve un vestido. Estará allí pronto”.

Después de colgar la llamada, Nicole arqueó las cejas. '¿Cómo es que Jules estaba tan segura de que aceptaría?'.

Nicole le informó a Logan de su plan de última hora y bajó a esperar al chico. Roman era modelo y tenía una reputación relativa. Si la gente de la empresa la veía, inevitablemente empezarían a chismear de nuevo.

Por eso, Nicole quería evitar más escándalos.

En menos de diez minutos, un elegante coche deportivo apareció de manera llamativa en la entrada de la oficina. Nicole se quedó sin palabras cuando vio que Roman la saludaba desde el coche tan pronto como salió, y ella se subió a toda prisa en el coche. Sin embargo, Roman incluso se quitó las gafas de sol y lanzó un beso a la multitud reunida en la entrada antes de marcharse.

Nicole se exasperó y se arrepintió de inmediato. ¡Ella quería bajar del coche en ese mismo instante!

Sabía que el titular de mañana volvería a ser sobre ella.

Nicole no dijo ni una palabra, así que Roman se rio y se giró para mirarla. “Señorita Nicole, no nos hemos conocido pero ya nos conocemos. Gracias por ayudarme”.

Ella esbozó una sonrisa de cortesía y no quiso decir más. “No te estoy ayudando. Estoy ayudando a Julie”.

“No me extraña que ella estuviera tan segura de que la ayudarías. Deben ser muy buenas amigas, ¿no es así?”.

Su cerebro dio vueltas rápidamente y sus ojos recorrieron la sala. No encontró a Eric por ningún lado, pero Quinn e Ingrid estaban delante mirándose con cara de satisfacción, disfrutando de la atención de la multitud.

Nicole comprendió de repente algo. Su sonrisa se intensificó y pensó: ‘Así que es una falsa subasta de caridad…’.

Solo unos pocos de los presentes conocían la reliquia de la familia Ferguson y pensaban que se trataba de una pipa de esmeralda cualquiera.

Quinn e Ingrid debieron haberla robado para subastarla. Al final, ganarían tanto dinero como fama...

“Este es el objeto de la subasta benéfica proporcionado por la Señora y Señorita Ferguson de la Corporación Ferguson. Son muy generosas al donar un artículo tan preciado. Ahora, ¡que comience la puja! El precio inicial es de tres millones de dólares…”.

‘¿Tres millones?’.

Nicole se rio levemente. '¿La preciada reliquia familiar del Viejo Amo Ferguson solo valía tres millones de dólares?'.

Quinn levantó su paleta de puja. “¡3 millones de dólares!”.

“4 millones de dólares…”.

Nicole fijó su mirada en el suelo y esperó unos segundos. Después, ella levantó su paleta de puja sin dudarlo. “¡10 millones de dólares!”.