La Heredera Divorciada Billonaria romance Capítulo 663

Sobre La Heredera Divorciada Billonaria - Capítulo 663 Qué le pasó a tu labio

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Nicole cargó al Pequeño Michael durante un rato y le dio vueltas en el aire. Ella se quedó sin fuerzas, así que lo bajó y acarició su cabello suave y rizado.

"Pequeño Michael, ve a saludar a Papi".

El Pequeño Michael asintió obedientemente y fue hacia Clayton, luego tomó el rostro de su padre y le dio un gran beso en la mejilla.

“Papi, te extrañé mucho…”.

¡El tono del niño era tan superficial!

La sonrisa de Clayton parecía que estaba tratando de aceptar esto. Tenía la sensación de haber criado a un malagradecido.

“Aunque no me lo creo del todo, como es Año Nuevo, te perdono”.

Él extendió la mano y pellizcó las mejillas del Pequeño Michael mientras se reía.

El Pequeño Michael saltó y volvió al lado de Nicole, tomando su mano suave y bonita mientras entrecerraba los ojos.

“Señorita Bonita, ¡te preparé un regalo! Llegará pronto…”.

Nicole parpadeó. "¡Yo también tengo un regalo para ti!".

Floyd colgó el teléfono y estaba parado mientras les hacía señas que volvieran. "¡Entren! ¡No dejen que el Pequeño Michael se resfríe!”.

Nicole, completamente olvidada, se quedó sin palabras.

Kai corrió alegremente. "¡Ja, ja! ¡Ya no eres la favorita!”.

Nicole puso los ojos en blanco. "¡Envidioso!".

Kai se paralizó y sentía ganas de golpear a su hermana.

Ellos se acercaron. Clayton saludó a Floyd cortésmente, a lo que él asintió en respuesta. Floyd le echó un vistazo a la cara de Nicole y se detuvo un momento.

“Pequeña N, ¿qué le pasó a tu labio?”.

Al principio, nadie lo había notado, pero cuando Floyd lo mencionó, todos la miraron.

Nicole frunció los labios de forma poco natural y miró a Kai, quien estaba sonriendo.

“Me tropecé accidentalmente”.

Kai sonrió juguetonamente. Su mirada se dirigió a Clayton, quien vino con Nicole.

"Esta excusa es un poco absurda, ¿no crees?".

El rostro de Floyd era frío mientras pateaba a Kai. "¡¿Te ​​atreves a hablarle así a tu hermana?!".

Kai levantó las manos en señal de rendición y sonrió humildemente. “¡Papá, me equivoqué!”.

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