La Heredera: Gambito de Diamantes romance Capítulo 1315

Para una mujer como Solène, que siempre está buscando cómo meter mano en los bolsillos ajenos, Vanesa jamás bajaría la guardia.

De hecho, desde el momento en que tomó aquellos documentos, ya tenía todo perfectamente planeado.

Cuando Yeray vio los papeles, se quedó boquiabierto.

—¿De verdad es su firma?

—Por supuesto, yo no falsifico nada.

Los papeles eran todo un arte: uno era un pagaré de René a favor de Vanesa, el otro una lista detallada de lo que se había saldado.

Todo lo que Vanesa recibió de la familia Méndez en su momento, ella misma lo convirtió en una lista bien detallada.

¡Y hasta hizo que René la firmara!

—¿De cuándo es este pagaré? —preguntó Yeray, sin salir de su asombro.

—De hace cinco años.

Yeray se quedó callado, procesando la información.

¿Cinco años atrás?

Espera… En ese entonces, Solène ya estaba en la familia Méndez. Justo hace cinco años, él y René habían roto completamente su relación.

—¿Hace cinco años ya le hiciste firmar un pagaré? ¿Qué planeabas en ese momento?

—Ya lo estaba planeando todo para devolverte lo que te habían quitado —contestó Vanesa, como si nada.

Lo dijo tan tranquila, tan despreocupada, como si no fuera gran cosa.

Pero Yeray sintió un golpe directo en el pecho al escucharla.

—¿Desde entonces estabas pensando en recuperarme todo lo que la familia Méndez me había quitado?

Vanesa asintió.

—Sí, claro.

En ese tiempo, el viejo René y Solène ya hacían toda clase de porquerías.

Aunque por entonces Vanesa no sentía nada especial por Yeray, al final era alguien con quien había crecido.

No podía quedarse de brazos cruzados viendo cómo pisoteaban a uno de los suyos.

Por eso, en secreto, hizo que René firmara un pagaré de una cantidad escandalosa.

—¿Y cómo la convenciste de firmar? —insistió Yeray, escudriñando el documento.

Con lo precavido que era René, no parecía el tipo que firmaría algo así sin sospechar. Pero ahí estaba, la prueba clara, con su nombre y hasta la letra temblorosa de René.

Vanesa solo sonrió enigmática.

—Cada quien tiene sus trucos, amigo.