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La Heredera: Gambito de Diamantes romance Capítulo 45

Sebastián observó a Isabel con una mezcla de confusión y resentimiento. ¿Era Iris la verdadera razón de su desprecio? ¿O acaso tenía que ver con aquel hombre armado que había visto en su casa la noche anterior? Una revelación lo golpeó como una bofetada: quizás Isabel nunca había querido casarse con él en primer lugar.

La palabra "nunca" se clavó en su pecho como una daga, robándole el aliento por un instante. Su mano se cerró con más fuerza alrededor de la muñeca de Isabel.

—Vienes conmigo —gruñó, tirando de ella.

Isabel alzó la barbilla, sus ojos destellando con furia contenida.

—Te lo voy a decir una última vez: suéltame.

Sebastián giró bruscamente para encararla. Sus miradas se encontraron y lo que vio en los ojos de Isabel lo dejó helado. No había ni una pizca de calor en ellos, solo un vacío glacial que parecía atravesarlo.

Los labios de Isabel se curvaron en una sonrisa amenazante.

—¿O qué? ¿Quieres hacerle compañía a Valerio en el hospital?

Sebastián apretó la mandíbula, las palabras muriendo en su garganta.

Mathieu dio un paso al frente, su mano cerrándose sobre la muñeca de Sebastián con precisión quirúrgica.

—Señor Bernard, le sugiero que suelte a Isa —Su voz era suave pero firme.

—¿Y tú quién diablos eres? —La voz de Sebastián tembló de rabia.

"¿Otro más?", pensó, recordando al hombre que había visto la noche anterior en los Apartamentos Petit. Pero cuando sus ojos se posaron en el rostro de Mathieu, sus pupilas se dilataron con reconocimiento.

"¿Mathieu? ¿El cirujano cardíaco de París?" Las historias sobre él eran legendarias: nunca había perdido un paciente, y los más poderosos magnates de Europa habían intentado conseguir sus servicios. Pero hacía dos años, por razones que nadie comprendía, había abandonado repentinamente su práctica médica. Desde entonces, no había aceptado ni un solo caso, aunque su reputación seguía siendo tema de conversación en los círculos médicos más exclusivos.

—Quién soy es lo de menos —La voz de Mathieu adoptó un tono amenazante que Isabel nunca le había escuchado—. Pero si no la sueltas ahora mismo, te garantizo que no saldrás de esta fiesta por tu propio pie.

La amenaza, pronunciada con una calma escalofriante, hizo que Isabel se estremeciera. Jamás había visto esa mirada depredadora en los ojos normalmente amables de Mathieu.

Un escalofrío recorrió la espalda de Sebastián. Lentamente, sus dedos se aflojaron alrededor de la muñeca de Isabel.

Capítulo 45 1

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