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La Heredera: Gambito de Diamantes romance Capítulo 749

Mirando la red repleta de pescado, Paulina suspiraba con resignación. Vanesa, con una sonrisa traviesa, le ofreció un vaso de limonada:

—Mira, con esto seguro recuperas fuerzas.

Al escuchar esas palabras, el enojo que había en los ojos de Paulina se disipó al instante. Apenas Vanesa se levantó, Paulina se dejó caer dramáticamente en la arena, abrazando las largas piernas de su amiga.

—¡Por favor, amigui, déjame irme! Te lo ruego, ¡por favor! —lloró Paulina—. ¡Ya no quiero comer más pescado! Estoy harta, me da asco, ¡voy a vomitar!

Las lágrimas brotaron de inmediato mientras Paulina se quejaba de lo agotador que había sido todo. ¡Vanesa sabía cómo entrenar duro! En esos tres días, Paulina no había hecho nada más que correr. Desde las cinco de la mañana la levantaban para darle vueltas a la isla.

Diez vueltas alrededor del lugar cada mañana, lo que se traducía en cinco largas horas. Paulina sentía que su mente se nublaba de tanto correr. Ya conocía de memoria cuántas palmeras había en la playa y cuántos cocos colgaban de cada una.

Corría en la mañana, corría en la tarde, y en la noche... más de lo mismo. Estaba exhausta. Y como si no fuera suficiente, cada comida era pescado. La misma rutina, una y otra vez, hasta que Paulina ya no podía soportarlo.

Vanesa, vistiendo un largo vestido rojo bohemio que resaltaba su figura, contrastaba con la imagen desaliñada de Paulina, que parecía una pequeña desdichada. Al ver que Paulina lloraba nuevamente, Vanesa frunció el ceño con desagrado:

—No manches mi vestido con tus lágrimas y mocos.

—Amigui, —sollozó Paulina—, ya sé usar una pistola y mi puntería es buena. Sé que quieres deshacerte de ese idiota de Dan. Déjame hacerlo por ti, ¡pero ya no me tortures más!

Vanesa levantó una ceja:

—¿Así, directamente? ¿No crees que es un poco extremo?

—¡No, está perfecto! Ese desgraciado merece irse al infierno de una vez por todas —asintió Paulina con vehemencia—. Te lo juro, no tendré piedad. No es mi hermano, no tengo un hermano así.

Al mencionar a Dan, Paulina negó cualquier relación con él. En sus pensamientos, ¿qué había hecho para merecer tal situación?

—La verdad, apenas y lo conozco —dijo Paulina, sorbiendo por la nariz.

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