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La Heredera: Gambito de Diamantes romance Capítulo 871

Cristian seguía convencido de que Dan tenía a la persona en cuestión.

Lanzó una mirada fulminante hacia Dan, pero esta vez, antes de que pudiera soltar palabra, Patrick lo interrumpió de inmediato.

—Ya revisé a todos los que tienen cerca, y es cierto, la persona no está en manos de ninguno de ustedes.

Ese “ya revisé a todos”, en medio del ambiente que ya estaba a punto de explotar, cayó como una piedra gigantesca en un lago tranquilo.

Dan ni siquiera se inmutó ante esas palabras.

A fin de cuentas, Patrick nunca había confiado en él a lo largo de estos años, siempre lo vigilaba, lo mantenía bajo sospecha.

No era la primera vez que le metía espías a su lado.

Pero para Cristian era otra historia. Casi no podía creer lo que escuchaba, y miró a Patrick con los ojos bien abiertos.

—Papá, ¿tú...?

—Ya basta, no hagan escándalo. Lo que más urge ahora es descubrir quién se llevó a Paulina y traerla de vuelta cueste lo que cueste.

Cristian intentó replicar:

—Pero esto…

—¡Sí, ya sé que no tiene nada que ver con nosotros! —lo interrumpió Patrick, frustrado—. Pero igual vienen a exigirnos cuentas, ¿qué pretendes que hagamos?

Patrick se alteró tanto que parecía que le iba a dar un infarto de puro coraje.

Había revisado en tiempo récord a todos y cada uno de los que estaban cerca de sus hijos.

Y el resultado: Paulina ni siquiera estaba en Lago Negro…

Sin embargo, Lago Negro había salido perdiendo gravemente por ese asunto, y ahora, ¿a quién iba a reclamarle? ¿A quién le pedía explicaciones?

Solo de pensarlo, sentía cómo le hervía la sangre.

Cristian no podía ocultar su molestia; la incomodidad se le reflejaba en la cara.

Jamás se le había pasado por la cabeza que su propio padre sospecharía de él, al grado de investigarlo…

Eso le preocupaba aún más: ¿habrían descubierto también a la gente que él tenía moviendo cosas por su cuenta?

Solo de pensarlo, se le oscureció la expresión.

Patrick tuvo que respirar hondo varias veces para recuperar la compostura.

—Vayan a buscarla de inmediato. Nada de excusas.

—Sí —masculló Cristian entre dientes, lanzándole otra mirada amenazadora a Dan.

Dan, por su parte, seguía con esa actitud despreocupada, como si nada le importara, lo que solo lograba enfurecer aún más a Cristian.

...

Cuando los dos se retiraron, Patrick se quedó solo. Encendió un cigarro y le dio una calada profunda, como tratando de ahogar su frustración.

En ese momento, Quentin entró en la habitación.

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