La Heredera: Gambito de Diamantes romance Capítulo 873

Paulina asintió con la cabeza.

—Sí, voy a entrar.

En el fondo, tampoco tenía ganas de ver a Patrick.

Paulina cruzó la puerta y desapareció en el interior.

Carlos le lanzó una mirada a Eric.

—Anda, ve y haz pasar al invitado.

—Claro, hermano.

Eric salió y, en cuestión de minutos, Patrick entró solo en la sala. Nadie más de su gente fue admitido. Había venido completamente solo.

Carlos, con un cigarro entre los dedos, ni siquiera se levantó.

Patrick saludó con voz grave:

—Señor Esparza.

A fin de cuentas, Patrick pertenecía a Lago Negro. Su presencia imponía, y se notaba de inmediato. Había algo en su porte que lo hacía inconfundible.

Paulina y él se parecían mucho… sobre todo en los ojos. La diferencia era que en los de Paulina se veía una transparencia sin rastro de malicia. En cambio, los de Patrick estaban llenos de astucia y cálculo. Pero ahora, lo que predominaba era el cansancio. Evidentemente, no la estaba pasando nada bien últimamente.

Carlos no respondió. Siguió fumando, indiferente. Esa actitud le resultó a Patrick arrogante, y no pudo evitar sentir cierto desprecio. Esa arrogancia… justo eso le confirmó que a Carlos no le importaba Paulina de verdad.

Si de veras le importara, por lo menos le habría dado un poco de respeto como padre de Paulina. Pero Carlos ni siquiera eso.

El gesto de Patrick se endureció. Sin perder tiempo, se sentó frente a Carlos.

—Voy a ir directo al grano.

Carlos ni siquiera lo miró.

A Patrick no solían tratarlo así. Era la primera vez en años que lo ignoraban de esa manera. La rabia le empezó a hervir por dentro. No podía disimularla.

—Tú y la familia Allende, y la familia Méndez… en realidad están usando a Paulina como excusa para ir contra Lago Negro, ¿no?

Carlos alzó una ceja.

—¿Ah, sí?

Patrick apretó los dientes.

—¿Qué les hicimos nosotros? ¿En qué momento los ofendimos?

—Lago Negro y ustedes nunca se han metido el uno con el otro. Siempre cada quien en lo suyo.

Cada palabra la soltó como si se le fueran a romper los dientes de coraje.