Aunque para ellos Paulina solo era un pretexto para presionar a Lago Negro, en su cabeza, encontrarla y entregarla servía, al menos, para calmar un poco las cosas.
Pero ahora…
—¿Quién demonios se la llevó? —Patrick no podía ocultar su furia.
—Eso es lo peor, patrón: ni siquiera sabemos quién se llevó a la señorita —aventó Quentin, con el ceño fruncido.
Esa era la noticia que más los desesperaba…
Delphine entró al despacho justo cuando Quentin soltó ese “señorita”. Señorita… ¿De verdad el círculo de Patrick llamaba así a la hija de esa mujerzuela?
La expresión de Delphine se tensó. Se dirigió a Quentin con voz cortante:
—Quentin, parece que tu memoria ya no sirve.
—Señora… —Quentin titubeó, confundido por el tono y sin saber a qué se refería Delphine.
Ella soltó una mueca desdeñosa:
—¿Desde cuándo esa muchacha es una señorita? ¡Por su culpa la familia Ward está al borde del colapso! ¿Crees que puede considerarse parte de los Ward?
Delphine tenía el semblante tan sombrío que hasta Patrick y Quentin se quedaron callados.
Siempre había sido amable, siempre de trato atento, incluso con quienes no le agradaban. Nunca la habían visto así, tan dura, tan lejana.
Patrick la miró, como si de pronto descubriera una faceta oculta de Delphine.
Pero lo cierto era que Delphine ya estaba al límite…
Durante esos días, los recursos que tenía en sus manos, y los que controlaban sus hijos, estaban siendo saqueados y atacados por todos lados. Puede que aún no lo hubieran perdido todo, pero el caos ya les había costado demasiado.
La rabia acumulada de Delphine no tenía ya cómo contenerse.
Así que, frente a Patrick, no tenía ganas de fingir amabilidad.
—Delphine… —intentó Patrick.
—¿Acaso estoy diciendo una mentira? Todo el desastre con Lago Negro empezó por ellas. Así que, Paulina, para mí, nunca será bienvenida aquí.
De por sí nunca aceptó a los hijos que Patrick tuvo con otras mujeres. Con Dan, al menos, mantenía las apariencias y se mostraba generosa. Pero ahora, aprovechando la situación, ni siquiera fingía cortesía hacia Paulina.
Patrick respiró hondo y guardó silencio.

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