Ranleé Nolan soltó con rabia:
—¡Esa tipa no se merece nada!
En ese momento, sentía que iba a explotar de coraje.
Yenón Nolan agregó, con un tono venenoso:
—¿Y qué tiene de especial? Si es igualita a su mamá, solo sabe conseguir las cosas por medio de los hombres.
Al decir "hombres", se refería claramente a Carlos.
Yenón empezó a recordar cómo Carlos, junto con Vanesa y Yeray, habían hecho hasta lo imposible para ayudar a Paulina y complicarles la vida.
Al final, después de tanto lío, Paulina siempre había estado protegida por Carlos...
Eso solo hizo que Ranleé Nolan se enfureciera aún más.
Sentía unas ganas incontrolables de ir a buscar a Paulina para ajustarle cuentas, incluso tenía la fantasía de destrozarla ahí mismo.
Pero, su cuerpo seguía resentido desde la última vez que Carlos la había herido. Apenas intentó moverse, un dolor agudo en la cintura la obligó a quedarse quieta.
—Ni se te ocurra moverte —le advirtió Yenón.
—¡La voy a matar, esa desgraciada! —aventó Ranleé Nolan, llena de rencor—. Por su culpa, ahora Lago Negro está metido en tremendo lío. ¡Hasta mi papá se fue con ella!
Si lo que Yenón decía era cierto, y Paulina estaba moviendo los hilos del destino de todo Lago Negro, entonces...
¿No significaba eso que su padre terminaría consintiéndola, dándole todo lo que quisiera, como si fuera una reina?
Solo de pensarlo, la rabia de Ranleé Nolan se disparó aún más.
...
Por el otro lado, las gemelas de la familia Nolan no paraban de preocuparse por la posibilidad de que Paulina les robara el cariño de su papá, ese que habían acaparado durante tantos años.
Lo que ellas no sabían era que Patrick ni siquiera había visto a Paulina cara a cara.
Cuando Patrick regresó a Colina del Eclipse, Delphine seguía despierta, esperándolo con ansiedad.
Apenas lo vio llegar, corrió a servirle un vaso de jugo.
—¿Y bien? ¿Qué te dijo Pauli? —preguntó, usando el apodo con un tono especialmente suave. Evidentemente, estaba haciendo el esfuerzo de aceptar a Paulina, aunque fuera solo por un momento.

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