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La Heredera: Gambito de Diamantes romance Capítulo 996

—No sé si sea cierto o no, porque todo fue tan repentino que apenas lo acabo de descubrir. Ahora todo son suposiciones, así que ya le pedí al mayordomo que mandara a alguien a investigar en secreto —dijo Isabel, dejando entrever la tensión que sentía.

Esteban arqueó una ceja, intrigado—: ¿Sylvie?

Isabel asintió—: Sí, ella misma.

—¿¡Qué!? —Esteban abrió los ojos tan grandes que casi se le salían.

—Siempre ha dicho que lo del test de embarazo no fue idea suya. Desde que mamá dio esa orden, la familia Masson la ha pasado fatal, y ella tampoco la ha tenido fácil en casa —explicó Isabel con voz baja, pero firme—. Esto es como un trato entre nosotras... Si mamá deja de ir contra los Masson, ella me ayuda.

Esteban escuchó con paciencia, aunque en el fondo sus ojos se volvieron turbios, llenos de pensamientos oscuros.

Sylvie Masson...

—Tú ya no te metas en esto —dijo Esteban, cortante—. Voy a mandar a Lorenzo Ramos para que se encargue.

—Yeray seguramente no sabe nada de esto todavía —comentó Isabel, mirando de reojo—. Todo París sabe que él y su madrastra nunca se han llevado bien. Además, siempre se la ha pasado peleando con Rodolfo Méndez. Así que, si de esto se trata, Yeray seguro no tiene ni idea.

Esteban soltó una risa seca, casi entre dientes, y de inmediato sacó su celular para llamar a Lorenzo.

—Ven ya para acá —ordenó, y colgó.

Unos minutos después, Lorenzo llegó acompañado de Mathieu. Sin perder tiempo, Esteban llevó a Lorenzo a la oficina, dejando a Mathieu con Isabel.

Mathieu observó la espalda de Esteban, tan tensa que parecía que iba a romperse, hasta que desapareció en la esquina del pasillo. Luego, se volvió hacia Isabel con una sonrisa torcida.

—¿Y ahora? El jefe anda de malas... ¡y ni siquiera fui yo el que lo hizo enojar!

Isabel lo miró sin decir palabra.

Mathieu insistió—: ¿Fuiste tú la que lo molestó? No creo, si lo hubieras hecho, seguro él estaría feliz, ¿no?

—¡Cierra la boca! —le soltó Isabel, ya sin ganas de seguirle el juego.

Sobre lo de Yannick, Isabel prefirió guardar silencio. Pero confiaba en Esteban; él sabría manejarlo.

Mathieu frunció los labios—: ¿Ya le marcaste a tu Céline?

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