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La Madre No Reclamada romance Capítulo 9

Siempre pensó que el matrimonio sería su refugio.

Pero al cruzar esas paredes, descubrió que el matrimonio nunca fue un lugar seguro para una mujer...

Desde que entró en esa relación, no recibió ni una palabra amable; solo escuchó desprecios, reproches y rechazo...

Todos la culpaban, la señalaban por haberle quitado el título de Sra. Beltrán.

Nadie sabía que cada noche lamía sus propias heridas, que también era de carne y hueso, que merecía respeto y dignidad.

Al principio, por Feli, quiso aguantar. Pero al escuchar a la niña decir una y otra vez "me gusta la señorita Jazmín", "quiero que la señorita Jazmín sea mi mamá", se dio cuenta de que ya no tenía sentido seguir.

Pasó la noche en vela, dándole vueltas a todo.

Jamás imaginó que apenas logró quedarse dormida al amanecer, el teléfono de Zacarías la despertaría. Y claro, solo era para pedirle que fuera por Feli.

A sus ojos, ella no era más que una herramienta.

Pero hasta las herramientas tienen un límite, y ella no pensaba seguir sirviéndoles.

Si tanto la despreciaban padre e hija, entonces se iría. Le dejaría el lugar de Sra. Beltrán a Jazmín.

Incluso, sintió algo de revancha pensando: cuando Jazmín sea la Sra. Beltrán y Zacarías tenga a su "gran amor", y Feli consiga a la mamá que tanto anhela... ¿serán por fin felices?

La verdad, quería verlo con sus propios ojos. Ver si al final de cuentas, lograban ser felices.

—Jazmín tiene cosas que hacer hoy, no puede estar con Feli. Ven tú —Zacarías seguía pidiéndole, como si fuera lo más normal del mundo.

No era de extrañar que la llamara para ir por Feli; su enamorada no tenía tiempo.

Elvira soltó una risa burlona.

—Entonces llévala tú, Zacarías. ¿No que eres el papá de Feli? Si tanto te gusta recogerla, ahora también llévala.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué hablas así? —Zacarías frunció el ceño, desconcertado.

La voz filosa y directa al otro lado del teléfono... ¿era en serio su esposa Elvira, la de siempre, tan sumisa?

Elvira siempre había sido tranquila, nunca se peleaba, ni con él ni con nadie.

Zacarías siempre pensó que ella era como una marioneta con los hilos bien amarrados, fácil de manipular.

Ahora entendía que el matrimonio no era la meta de la felicidad, sino apenas un nuevo comienzo.

Si hasta las parejas que se aman terminan rotas en el panteón del matrimonio, ¿qué les esperaba a ellos, que ni cariño compartían?

Desde el principio, nunca encajaron. Por más que se esforzara, nada iba a florecer entre los dos.

Por fin lo entendió: la vida es corta, y no pensaba seguir perdiendo el tiempo en una existencia tan asfixiante. Quería libertad. Quería ser ella misma.

Zacarías soltó una carcajada incrédulo.

—¿Es por no haber llegado anoche?

—Sí. Es por eso, porque ayer no regresaste.

La noche anterior había sido la gota que derramó el vaso. Entendió que las promesas de ese hombre no valían nada. Ya no le creía.

—No fui porque Feli se quedó dormida.

—¿Y eso qué? —Elvira ya no necesitaba ninguna explicación.

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