Me desperté debido a jalones en mi cabello provocados por Aaron. El pequeño seguramente ya tiene hambre y desea que le prepare su desayuno favorito.
Debí bajar debido a que solamente nosotros estamos en la casa porque mi tío trabaja y Margarita se fue al mercado con Mateo.
Me dediqué a prepararle sus panqueques a mi pequeño mientras él mira dibujos animados en la sala y utiliza su celular. Creo que le está enviando mensajes a Fer.
Cuando termine de prepararlos los deje en la mesa luego saque la leche del refrigerador y se la serví en una taza.
Él se dirigió a tomar su desayuno y yo me dirigí a la puerta para abrirla.
En cuanto visualice a la persona que se encuentra detrás de la puerta mi corazón se detuvo.
-Buenos días, mi amor -Diego sonríe maliciosamente
Estaba a punto de cerrarle la puerta en la cara, pero no viene solo. La pequeña rubia y de ojos color cielo lo acompaña.
-Hola Belly -Me saluda Megan quien está en sus brazos, la inocente me regala una sonrisa mientras abraza a su muñeca barbi.
-¿Cómo estás mi amor? -Deje un beso en su mejilla -Hace mucho tiempo no te veo, muñeca.
-Está lloviendo ¿Acaso nos dejaras afuera?. La niña es muy enfermiza y si le ocurre algo será tu culpa.-Si no me manipulara no sería Diego.
-Adelante Megan.
Él no perdió el tiempo y entro en la casa sin soltar a la niña. Es patético que la utilice para entrar a mi casa y yo soy una idiota al ceder a sus manipulaciones.
-Se puede saber que haces en mi casa, Diego.
-Megan y yo queríamos saludar a Aarón y ver como estaba mi bebé.
-Diego dice que tú no dejaras jugar con la bebé. -Noto la tristeza en sus ojitos celestes
Si mi hija se pareciera a Diego sería prácticamente el retrato de Megan.
Él ríe -Belinda nos quiere lejos de la bebé, Megan.
-¿Por qué?
-No le hagas caso mi cielo, mi bebé estará muy pequeña cuando nazca, pero cuando crezca tú jugaras con ella.
-¿Puedo jugar con Aarón?
Le devolví la sonrisa -Por supuesto mi vida, pero primero bebe algo caliente que te estás helando.-Tome su mano y la guíe hacia la cocina en donde le serví una taza con chocolate-Aarón cuida de tu prima unos minutos y no se acerquen a la cocina.-Les pedí antes de regresar a la sala en donde Diego estaba instalado en mi sofá.
Sin dudarlo me acerqué a la puerta para abrirla, pero esté no se mueve de su lugar.
-¡Lárgate de mi casa!
-Vine en son de paz mi amor
-¿Acaso Megan es tu pañuelo blanco?. Es increíble como utilizas a las personas.
Él lentamente se acerca a mí, sin dudarlo tome un florero y lo amenace.
-¡No te acerques, Diego!
Él no deja de reír – ¿Acaso me matarás? Tuviste miles de oportunidades en la hacienda y nunca lo hiciste. ¿Sabes por qué no lo hiciste? Porque en el fondo a pesar de tus gritos y tus lloriqueos te fascinaba como te cogía.
-¡Eres un cerdo! ¡Si nunca te mate es porque no soy una asesina! ¡No te repetiré que te largues!.
-¿Acaso correrás a la pequeña Megan? La niña está muy ilusionada con su pequeña sobrina.
-Querrás decir con su hermanita, Diego y no te preocupes yo la llevaré a tu casa más tarde, pero tú le largas.
-No sé dé que hablas. -Se hace el tonto
Reí -Creo que no recuerdas que te vi acostarte con Carla y sacando cuentas, tú puedes ser perfectamente el padre de Megan.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: La obsesión del CEO mafioso.