La Pequeña Novia del Sr. Mu romance Capítulo 1212

Arianne instintivamente le lanzó una mirada a Mark. Honestamente, Arianne no era tranquila por naturaleza, antes de los ocho años, su infancia fue una de alegría y carcajadas, especialmente cuando jugaba con sus amigos. La única razón por la que se quedó tan callada fue que Mark la influyó de esa manera. En otras palabras, Smore estaba callado porque siguió el rasgo de su padre y, a medida que el bebé crecía, el parecido se volvía inconfundible.

Por la noche, mientras los dos se acostaban uno al lado del otro, Arianne preguntó: “¿Siempre has sido así de frío e insensible desde que eras un niño, Mark Tremont? Porque Smore se comporta como tú cuando eras niño, ¿no es así?”.

Mark le pellizcó el puente de la nariz. “¿Cómo me acabas de llamar? Por alguna razón, escucharlo me enfurece”.

Ella le dio una palmada en la mano. “¡Te llamé por tu nombre, obvio! ¿No es eso algo normal? No puedes esperar que te llame ‘cariño’ en un abrir y cerrar de ojos, ¿verdad? Vamos, realmente no te vas a fijar en los nombres que uso para llamarte, ¿verdad? ¿Para qué más se usa el nombre de una persona, si no es para ser llamado? Además, ¡te estoy haciendo una pregunta! ¿Siempre has sido así desde que eras pequeño?”.

Mark acercó los dedos delgados de Arianne a los suyos antes de juguetear con ellos. “Realmente no. Mucho de esto depende de la crianza”, él respondió. “La antigua familia Tremont era... muy diferente de lo que es hoy. Todo lo que yo hacía, desde la forma en que usaba mis cubiertos hasta cuántas veces debería masticar la comida antes de tragarla, tenía sus propias reglas. Prácticamente fui criado como el heredero del legado Tremont desde el momento en que nací, cada aspecto de mi vida era sofocante. Ni siquiera mis vacaciones escolares estaban libres de sus horarios apretados. La única razón por la que nunca tuve ganas de jugar con otros de mi edad fue que nunca tuve el tiempo para formar ese deseo en absoluto”.

Arianne lo escuchó con lástima. Él tenía dieciocho años cuando lo conoció por primera vez, lo que significaba que no había estado allí para verlo crecer durante dieciocho años. No podía imaginar cuán pesadas debían haber sido sus cargas. Sin embargo, ver cómo se las arregló para cargar con todo el legado Tremont sin fallar a la tierna edad de dieciocho años, completamente solo, implicaba que el entrenamiento que su familia le formó, aunque riguroso y cruel, también era seguro. Incluso después de que una desgracia hubiera caído sobre la familia, el heredero sobreviviente ya había superado a muchos de sus compañeros de su edad y, por lo tanto, pudo hacerse cargo.